Honores de portada en El País para
el supremacista, xenófobo, racista Torra; para el Le Pen español, según
dialogante juicio de Sánchez. Lo nunca visto. Será que no es tan
supremacista, xenófobo, racista o Le Pen. Los medios no le darían tanta
cancha porque el tipo abunda y no es novedad. Con alguno de estos rasgos
o todos, suelen poblar los noticiarios personas como Casado, Rivera,
Abascal, etc.
En la minicumbre de Barcelona, hace unos
días, se visualizó la situación de hecho de poder dual que se vive en
España. Por más que el gobierno disimulara en términos autonómicos, la
imagen fue de reunión de igual a igual. Cosa que las demás autonomías
del café para todos llevan fatal.
Y
ahora, el “tradicional” discurso de fin de año, interrumpido el pasado
por mor del 155, forma dueto con el del rey. Estos catalanes andan
siempre singularizándose. No solo celebran la fiesta de San Esteban,
sino que discursean con motivo del fin de año y no de la natividad del
Señor, como hacen los buenos católicos.
Además, tienen la desfachatez de
no decir sinsorgadas y lugares comunes, sino hablar de cuestiones
prácticas y no tan prácticas, pero de interés general. No son solo dos
gobiernos. Son dos Estados.
Y
todo eso lo ha hecho el presidente Torra, como el que no quiere la
cosa, en una pieza de oratoria contemporánea, en términos realistas,
voluntariosos y con una pizca de sentimiento. No ha sido un discurso
político. Torra no es un político, sino un intelectual metido a
político. Uno de esos que abandona la torre de marfil y se lanza a la
barricada.
Lo que sucede es que, en este caso, los hados han querido que
se encuentre precisamente al frente de la barricada. Su visión política
es la del conjunto del independentismo, por cuya unidad clama, esto es,
una República independiente cuyo presidente legítimo es el MHP Carles
Puigdemont.
Precisamente
esa será la primera cuestión que se dilucidará en el Parlament en este
mes de enero: la posible investidura de Puigdemont como presidente de la
Generalitat y, a partir de aquí, ancha es Castilla.
Pero
solo la primera. Habrá otras. El discurso del presidente Torra contiene
un compromiso con la implementación del mandato del 1-O que es
independencia y República, cosa que se hará en acción conjunta de las
instituciones y la movilización social. Se necesitaba un intelectual
para pronunciar un discurso en defensa de la independencia sin decirlo
expresamente, pero haciéndolo sentir con fuerza.
No
hay más solución al conflicto España-Catalunya que un referéndum
pactado de autodeterminación bajo mediación internacional. Oponerse por
la fuerza al deseo del 80% de la población catalana no es racional ni
siquiera viable hoy día. Ni lo será aun en el caso de que el frente
nacional español que está organizándose llegara a ganar las elecciones y
a formar gobierno.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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