Con pocas horas de diferencia, España ha completado dos fiascos deportivos significativos: la eliminación de la Copa del Mundo de fútbol y la clausura de los Juegos del Mediterráneo
que se han celebrado en Tarragona. En ambos casos, el desastre no ha
sido casual: en el caso del Mundial de fútbol que se celebra en Rusia,
el combinado español ha recibido el castigo que se merecía. Tras una
primera fase de grupos en que practicó un fútbol muy mediocre, ha sido
incapaz de mejorar el juego en octavos de final y abandonará Rusia en
las próximas horas.
Las jornadas de gloria con un equipo magnetizado alrededor de los
jugadores míticos del Barça de la última década han pasado y ahora no
deja de ser una selección del montón. Como siempre en su historia. Si a
eso se añade el cese fulminante del seleccionador que debía dirigir el
Mundial ―Julen Lopetegui― tras anunciar que
había fichado por el Madrid de Florentino Pérez, cuarenta y ocho horas
antes del primer partido, igual todo se explica mucho más fácilmente.
Este domingo se han clausurado también los Juegos del Mediterráneo
que se han celebrado en Tarragona. Un evento deportivo a la altura de
los grandes desastres que se puedan recordar. En diez días difícilmente
se podían acumular más desastres desde organizativos a institucionales.
Los más llamativos, el fallo que ha supuesto que la mayoría de las
celebraciones deportivas hayan tenido lugar con las gradas vacías
o semivacías, incluyendo las ceremonias de inauguración y de clausura.
A
ello hay que añadir las denuncias de que se habrían desviado entradas hacia organizaciones españolistas y, en cambio, no se habrían facilitado a federaciones deportivas catalanas, como denunció la Generalitat.
La propensión histórica a tapar todos los fiascos llevará,
seguramente, a que en unas semanas no se hable de nada de todo ello.
Habría que pedir que, ni que fuera excepcionalmente, se exigieran
responsabilidades a los organizadores, ya que la imagen de Tarragona y de Catalunya ha quedado manchada detrás de la incompetencia y del sectarismo.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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