lunes, 2 de julio de 2018

Fracaso en Moscú, fracaso en Tarragona / José Antich *

Con pocas horas de diferencia, España ha completado dos fiascos deportivos significativos: la eliminación de la Copa del Mundo de fútbol y la clausura de los Juegos del Mediterráneo que se han celebrado en Tarragona. En ambos casos, el desastre no ha sido casual: en el caso del Mundial de fútbol que se celebra en Rusia, el combinado español ha recibido el castigo que se merecía. Tras una primera fase de grupos en que practicó un fútbol muy mediocre, ha sido incapaz de mejorar el juego en octavos de final y abandonará Rusia en las próximas horas.

Las jornadas de gloria con un equipo magnetizado alrededor de los jugadores míticos del Barça de la última década han pasado y ahora no deja de ser una selección del montón. Como siempre en su historia. Si a eso se añade el cese fulminante del seleccionador que debía dirigir el Mundial ―Julen Lopetegui― tras anunciar que había fichado por el Madrid de Florentino Pérez, cuarenta y ocho horas antes del primer partido, igual todo se explica mucho más fácilmente.

Este domingo se han clausurado también los Juegos del Mediterráneo que se han celebrado en Tarragona. Un evento deportivo a la altura de los grandes desastres que se puedan recordar. En diez días difícilmente se podían acumular más desastres desde organizativos a institucionales. Los más llamativos, el fallo que ha supuesto que la mayoría de las celebraciones deportivas hayan tenido lugar con las gradas vacías o semivacías, incluyendo las ceremonias de inauguración y de clausura. 

A ello hay que añadir las denuncias de que se habrían desviado entradas hacia organizaciones españolistas y, en cambio, no se habrían facilitado a federaciones deportivas catalanas, como denunció la Generalitat.

La propensión histórica a tapar todos los fiascos llevará, seguramente, a que en unas semanas no se hable de nada de todo ello. Habría que pedir que, ni que fuera excepcionalmente, se exigieran responsabilidades a los organizadores, ya que la imagen de Tarragona y de Catalunya ha quedado manchada detrás de la incompetencia y del sectarismo.


(*) Periodista y ex director de La Vanguardia



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