También de que Rajoy sea un inepto y no consiga gobernar ni aprobar los
presupuestos, ni normalizar la situación en Cataluña. El B155 está
desatado y sus razonamientos no pueden ser más peregrinos.
Según El País la causa de la parálisis de la legislatura es la crisis catalana.
Es una pura inversión de la relación causal. La causa de la
paralización de la legislatura y la ineptitud del gobierno no es la
"crisis catalana"; esta no es la causa de aquellas parálisis e
ineptitud, sino su efecto.
La legislatura está paralizada por una especie de acuerdo entre
truhanes. El gobierno está en minoría, pero gobierna por decreto ley,
sin hacerlo a traves del parlamento y con un acuerdo implícito de la
oposición que renuncia a ponerlo en un brete o incluso a derribarlo
mediante una moción de censura a cambio de que por su parte no haga
nada. La ineptitud del gobierno corre paralela con la irrelevancia del
Parlamento y el activismo de unos jueces, movilizados por gobernante que
no sabe cómo salir del atolladero en que se ha metido él solo.
Los prosupuestos no están bloqueados por el PNV sino por el 155. Lo que
bloquea todo y todo lo paraliza es el 155. En la situación actual
empieza a cundir la idea de que los indepes catalanes posterguen la
investidura del presidente para que M. Rajoy se vea obligado a levantar
el 155 antes de que aquella se produzca y a los efectos de que el PNV
acepte discutir del presupuesto y lo desbloquee.
Sería un cálculo razonable si el B155 actuara por criterios democráticos
y humanos. Pero no es el caso. Si los catalanes no hacen lo que el
gobierno quiere, seguirá el 155 y, mientras siga el 155, no habrá
presupuestos de 2018. Se prorrogarán los de 2017 con general
descalabro.
Al final, los catalanes van a tener también la culpa de que un gobierno
que no sabe gobernar no pueda gobernar y se vea obligado a convocar
elecciones por su incapacidad.
Agotar todas las vías
La partida de la investidura es muy
complicada. El terreno en que se juega es movedizo y carece de límites
claros. El comportamiento del B155 es imprevisible. Por eso corresponde a
los indepes ir tentando las posibilidades de llevar adelante su
proyecto republicano. Hacer política, como siempre. A eso responde este
acuerdo de JxC y ERC de investir a Sánchez al tiempo que pide una
moratoria para convencer a la CUP.
Si
de convicción va, se me ocurre la siguiente: la CUP quería investir
presidente a Puigdemont, ¿por qué no a quien Puigdemont señale
habiéndose él apartado voluntariamente? En principio, si se apoya a
Puigdemont, se apoyará su decisión. ¿O eso depende de cuál sea la
decisión? Entonces es que no se le apoyaba. Solo por ser congruentes.
En
lo demás, la propuesta de Sánchez obliga al B155 a dar pasos en su
estrategia. El gobierno piensa que el Supremo no permitirá al preso
Sánchez asistir a su investidura y si, contra toda razón y sentido del
Estado lo permite, listo está ya el recurso al otro Tribunal amigo. El
Constitucional, siempre presto a amparar la causa de la justicia
nacional. Es decir, Sánchez probablemente no podrá ser investido y la
situación volverá al punto de partida.
Aquí
ya sí que el movimiento indepen deberá tomar una decisión, elegir un
camino, como cuando Hércules hubo de decidirse entre la virtud y el
vicio. Esto es: la mayoría republicana independentista proclama la
República Catalana, inviste presidente a Puigdemont y se prepara para lo
que se le venga encima o bien esa misma mayoría inviste presidente a un
candidato al que el B155 no objete y cuya misión habrá de consistir en
el levantamiento del 155 y la recuperación del autogobierno, si bien
nada de esto parece practicable en presencia de presos y exiliados
políticos.
El
problema, en realidad, no es la investidura en sí; el problema es que
Catalunya no puede gobernarse en situación de arbitrariedad y excepción.
Que la única solución razonable es el reconocimiento del resultado de
las elecciones de 21 diciembre, el levantamiento del 155 a todos los
efectos, la cancelación de todos los procedimientos represivos,
judiciales, administrativos, policiales, la liberación de los presos, el
retorno de los exiliados y el restablecimiento del orden institucional
en Catalunya bajo la presidencia de Puigdemont.
El resto ya es cosa de la política. De otra política.
Mañana, todas a la huelga
Hasta Rajoy ha tenido que rectificar a dos de las mujeres más machistas
de su partido, Cristina Cifuentes (presidenta de la CA Madrid) e Isabel
García Tejerina, ministra de Agricultura. Ambas habían hablado de hacer
"huelga a la japonesa", lo cual, por supuesto, es una pura estupidez.
Hacer huelga "a la japonesa" en el Japón tiene sentido porque es huelga
de verdad; hacerla aquí es otra cosa. Se llama comportamiento de
"esquirol" o rompehuelgas. Y hasta Rajoy está en contra.
¿Por qué? Porque a todo el mundo se le alcanza que se trata de una
huelga absolutamente justificada: tiene motivación económica en la
brecha salarial; motivación política en la patente desigualdad de género
en todas las actividades sociales y políticas, empezando por los
partidos que dan prueba de ella mientras dicen combatirla; motivación
social en la violencia machista en la sociedad.
Tiene todas las
motivaciones y legitimaciones y hace falta ser muy duro de mollera para
no admitirlo. He leído que la señora Arrimadas y el señor Rivera se
oponen a la huelga porque dicen que es anticapitalista y que ellos son
partidarios del capitalismo. De donde se sigue que Rajoy, al apoyarla en
cierto modo, es un peligroso antisistema. Aunque los políticos no lo
crean, hablar no es obligatorio, sobre todo si no se tiene nada que
decir.
La huelga de mañana merece todo el apoyo, especialmente si, en lugar de
ser un hecho aislado, se convierte en el origen de una acción política
más decisiva de las mujeres como tales y no como la parte femenina o
feminista de las empresas patriarcales.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario