Román Escolano es el nuevo timonel de la economía española. Es una
persona de perfil político modesto que tendrá que hacerse un nombre en
el mundo económico, algo que también le sucedía en su día a su antecesor
Luis de Guindos, que ahora se va al Banco Central Europeo como “número
dos”.
No le costará mucho porque el puesto de titular de Economía es
bastante exigente en carga de trabajo en todos los frentes posibles,
internos y externos, además de enfrentarse a una exigente agenda
doméstica que en los próximos meses no está carente de compromisos,
desde el espinoso asunto de las pensiones hasta hipotéticos retoques
en el mapa bancario español, en los que el titular de Economía algo
tendrá que decir, sobre todo en el futuro de la participación del Estado
en Bankia, sin olvidar citas fijas como la designación del nuevo
gobernador del Banco de España, que no está tan lejana.
Los dos ministros, Guindos y Escolano, tienen en común bastantes
cosas: perfil técnico predominante, funcionarios (siendo Rajoy
Presidente del Gobierno sería impensable otra cosa) de cuerpos de élite
del Estado (técnicos comerciales), rodaje internacional abundante,
tanto en instituciones públicas como privadas, buen conocimiento de los
engranajes comunitarios que pivotan en torno a Bruselas y experiencia
como directivos de alto nivel en instituciones financieras privadas.
Escolano ha prestado sus servicios en BBVA aunque su trayectoria como
directivo bancario ha estado sobre todo centrada en el Banco Europeo
de Inversiones (BEI), en donde trabajaba en la actualidad como uno de
los vicepresidentes.
La herencia que recibe Escolano no se puede considerar precisamente
mala. Guindos deja la economía española en una posición bastante
envidiable, por mucho que los partidos de la oposición y los sindicatos
hayan invitado al nuevo responsable de la economía a poner en práctica
un cambio radical respecto a las principales líneas de actuación del
Gobierno en esta materia.
La cuestión económica, aunque no sea patrimonio exclusivo del
titular de Economía, constituye el principal activo sobre el que
Mariano Rajoy puede acreditar una buena gestión, con datos muy
precisos. En otras vertientes de la gestión gubernamental se puede
especular o realizar valoraciones más o menos subjetivas.
En materia
económica, las cifras ejercen un poderoso influjo sobre el diagnóstico.
Es posiblemente el área en la que el actual Ejecutivo puede
vanagloriarse de haber superado las expectativas que se habían puesto
en este Gobierno cuando accedió al poder.
Es por este motivo quizás por el que Rajoy ha huido de aventuras o
de apuestas más o menos audaces, algo que podría haber intentado habida
cuenta de la fase del ciclo económico en la que nos encontramos, con
una valoración internacional altamente positiva y con un grado de
aceptación interna que desde luego es bastante variopinta pero que
presenta pocos argumentos para formular críticas demoledoras.
Hay
muchos frentes sobre los que actuar pero si Escolano dirige la nave
económica del país con medio millón de empleos nuevos cada año, habrá
dado por buena una gran parte del cometido para el que ha sido
reclutado.
(*) Periodista y economista
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