El corte, franquista tópico, familiar y
bien conocido para los de mi edad (y la suya); el estilo, turiferario y
fantasioso, con anulación del siervo fiel ante el excelso patrón; el
objeto, ensalzar al jefe supremo, del que se asegura que se desvelará
por los murcianos más, si cabe, en este 2018; el contenido, muy acorde
con las notas anteriores, banal e infantil hasta el mero ridículo:
carreteras, Aves, aeropuertos, zonas logísticas, una orgía de
inversiones y, en consecuencia, una romería de fastos, todo ello para
este Año del Líder, un espectáculo de asfalto y hormigón sin precedentes
en esta tierra tan necesitada pese a fidelísima, arrinconada por tantos
traidores y seleccionada, por fin, por quien sabe y quiere premiar y
redimir.
Los dos textos que en
este periódico (2 de enero: «La Región de murcia por tierra mar y aire»,
y 12 de febrero: «Un firme compromiso con la Región cifrado en 2.492
millones de euros») dedica a los murcianos nuetro diputado, regional y
popular, Juan Gullamón, nos han descrito, en entusiasmada prosa y
rigurosa exageración, la apoteosis que viviremos en este año en el que,
ya bien entrados, no advertimos, sin embargo, y a diferencia del
panegirista, más que corrupción e incompetencia en muchos de sus
correligionarios, y en su partido como acusada seña de identidad.
Así,
así como el de Guillamón eran los discursos de ministros como Solís
Ruiz, Utrera Molina y el mismo Fraga Iribarne, cuando aludían a las
realizaciones del Caudillo o hacían de teloneros en las inolvidables
inauguraciones de embalses, refinerías o centrales nucleares; y babeaban
de placer mientras ensalzaban al invicto y excelente, al salvador de la
patria y de sus desvalidos moradores.
Nuestro hombre en la Asamblea se
ha limitado a copiar, de forma fidelísima, los discursos lacayescos que
tomaban por Dios, o poco menos, al Supremo; y quien lo dude deberá
consultar las hemerotecas y podrá así recuperar el ambiente político de
exaltación y servilismo sonrojantes hacia el Generalísimo de tierra, mar
y aire.
«Por tierra, mar y
aire», en efecto, dice Guillamón que ha dicho el presidente López Miras
que «entraremos en el siglo XXI», ya que eso de alcanzar un «futuro de
progreso y bienestar» parece ser cosa que depende del asfalto y el
hormigón, su religión de cabecera como hombre objetivo, sansimoniano y
creativo que es: puro vanguardista del cemento y los proyectos duros, un
hombre-asfalto, cuya vida de entrega a lo público se sublima con los
presupuestos millonarios (¡2.492 millones de para los murcianos, ni uno
más ni uno menos) y las obras ampulosas, procedentes todas ellas de la
magnanimidad de Rajoy y López Miras para con la Región.
Para
acompañar tan estrambóticos textos, que son imagen de esa cabecica tan
radicalmente fuera de la realidad (pero que empieza a regalarnos con
producciones cada vez más frecuentes en las que se sobrepone lo
divertido de la tontería a lo riguroso de la información), es oportuno
recoger aquí algunas de las ´perlas murcianas´ tomadas de la prensa
regional, que sí reflejan el patoso, aborrecible e insostenible estado
de la Región, que esas sí han de relacionarse con la realidad del
ejercicio político de los compadres del parlamentario, y que redactaré
de seguido a ver si transmito a los lectores la misma cólera que a mí me
embarga.
Cuatro de cada diez
niños murcianos están en riesgo de pobreza o exclusión social, según
Unicef-Murcia; hace tres años fue Save the Children la organización que
situó a nuestros pequeños en la cola de España, hundidos en el profundo
sur tercermundista. La Región ostenta el liderazgo en obesidad infantil,
con Canarias y Andalucia, lo que se ha triplicado en los últimos veinte
años. Nuestros jóvenes figuran en segunda posición (por detrás, claro)
en la tasa de abandono escolar; y nuestros universitarios constituyen el
más bajo porcentaje (pese a disponer de tres instituciones de rango
superior).
Los jubilados
murcianos son los terceros que menos cobran del país, con 809 euros de
pensión media (111 euros menos que la media nacional). El gasto
sanitario per cápita es el tercero por la cola. Somos la segunda región
con peores servicios sociales, con 224 euros per cápita frente a la
media española de 309. Murcia es la cuarta región con la renta per
cápita más baja (ganando sólo a Extremadura, Andalucía y Castilla-La
Mancha).
Peor todavía andamos en un indicador más ajustado, la riqueza
familiar disponible, que no solamente figura en tercer lugar por la cola
sino que ha ido alejándose de la media nacional en los últimos quince
años. Sin dejar de lado que estamos en el furgón de cola en empleo
cualificado, así como en salarios medios (nos ¡ganan¡ Canarias y
Extremadura), con la nota adicional de que nuestra brecha con la media
sigue ensanchándose.
El
extático propagandista es un raro político perteneciente a la variedad
ingenieril menos sensible (por pretender ser realista y práctica) a las
necesidades y derechos sociales, minucias despreciables en las que no
hay por qué pararse.
No necesito, en esta ocasión, detenerme en los
silencios de los textos guillamonianos, tan rotundos al eludir el
espectáculo y el coste del aeropuerto; el saqueo de lo público que
implica la quiebra de la autopista Cartagena-Vera, que tanto defendió y
cuyo fracaso se anunció por activa y por pasiva; o el nutrido espectro
de escándalos políticos, el último de los cuales, el de los responsables
políticos de la pocilga del Mar Menor, deberá enturbiar algo este 2018
que tan brillante nos anuncia.
Son,
los aludidos, unos textos panfletarios carentes de cualquier valor
informativo o de la menor fuerza reflexiva, tal es su falta de calidad y
si nos atenemos al fatuo estilo prometedor y a los habituales y
dilatadísimos plazos de cumplimiento (cuando lo hay, porque proyectos
prometidos e incumplidos abundan sobremanera).
Entre
otras razones porque el exaltado político carece de la menor capacidad
para hacerlos realidad o de influir en ellos. Unos textos que (más allá
de la generosa acogida que este periódico concede a este político en
ejercicio) supongo que habrá tenido que pagar como publicidad
político-electoral, que es lo que, en puridad, resultan ser.
(*) Ecologista e ingeniero jubilado
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