No debe ser difícil conseguir
noventa avales para la candidatura a la presidencia del partido en una
organización, el PP, que presume de disponer de más de 30.000
militantes, mucho más del doble que el conjunto de sus competidores.
Patricia Fernández podría conseguirlo sin salir de su pueblo, Archena,
del que es alcaldesa.
Tal vez esta sea su oportunidad, por muy
inesperada que resulte. Ella fue, a la hora de relevar a Alberto Garre,
la candidata real de Valcárcel para la presidencia de la Comunidad,
aunque ya era tarde para imponerla, pues el poder orgánico adquirido por
Pedro Antonio Sánchez no permitía una nueva cabriola del entonces
Todopoderoso.
Estos amagos y otros gestos acabaron por romper la
relación entre Valcárcel y PAS, y al primero empezó a preocuparle que, a
la conclusión de la actual legislatura del Parlamento Europeo, su
sucesor en la presidencia del PP murciano no mostrara la suficiente
energía ante Génova para exigir que repitiera en las próximas listas.
PAS ya es historia, pero le sucede López Miras, carne de su carne, y
aunque éste mantiene con Valcárcel una relación aparentemente cordial,
el líder histórico no puede tenerlas todas consigo. Estaría más
tranquilo si su preferida Patricia Fernández se aupara a la dirección
del partido.
Pues
bien, cuando nadie se lo esperaba, López Miras ha anunciado la
convocatoria de un congreso. Para ganarlo él, desde luego. Pero en esas
circunstancias no todo está seguro. Se abre una puerta por la que pueden
entrar quienes menos se esperan. ¿Por qué no Patricia Fernández? El
problema de una alternativa a López Miras es que el ´congreso de la
refundación´ está muy calculado de antemano.
Apenas hay tiempo para que
un posible competidor o competidora pueda estructurar sus apoyos y, de
entrada, el primer acto de campaña del presidente que quiere revalidar
su cargo ha consistido en ir a cenar con el líder nacional y a correr
con él a la mañana siguiente por los montes de Cartagena. Parece claro
quién tiene todas las cartas. Quien osara concursar contra López Miras
por la presidencia del partido en realidad le acabaría haciendo un
favor, pues contribuiría a legitimar democráticamente aún más la
convocatoria de la que resultará ganador.
Lo
de Patricia Fernández es una ocurrencia, resultado de hacer por mi
parte una prospección intuitiva sobre posibles aspirantes a medirse con
el presidente en ejercicio. Pero lo que sí parece constatable es que
ciertos expedáneos murcianos de la etapa de Miguel Ángel Cámara que
hasta ahora se venían reuniendo para ingeniar una posible candidatura
independiente local para las municipales capitalinas han reparado en la
posibilidad de hacer una cata previa en el congreso, acontecimiento con
el que no contaban.
Ayer, determinados corresponsales transmitían esa
posibilidad por grupos de whatsapp, lo que resulta indicativo de que
todavía hay mucho personal excedente en el PP que sigue descolocado sin
haber encontrado acomodo con Garre o con Ciudadanos. Y entre los propios
populares parecen esconderse aventureros dispuestos a lanzarse al ruedo
al percibir las debilidades actuales de un partido que ha venido siendo
invencible.
El
impulso regenerador confesado por López Miras incluye la sorprendente
novedad de que en el congreso extraordinario podrán votar todos los
militantes, y esto es un avance indiscutible, pero lo cierto es que la
fecha de celebración ha sido establecida para días tan inmediatos que,
en la práctica, se impide que pueda surgir una candidatura alternativa
consistente. Salvo que Patricia Fernández se atreviera. Hay veces que
las oportunidades reaparecen cuando menos se las espera.
(*) Columnista
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