Nunca como hasta la fecha se habían hecho tantos esfuerzos, desde fuera del independentismo, para incorporar al lenguaje político calificativos que no le son propios, como "valiente" y "cobarde". 

Así, Puigdemont es para el gobierno del PP un cobarde porque ha decidido vivir en Bruselas y no ha tenido, dicen, el coraje de presentarse ante la justicia española e ingresar en prisión. Lo mismo, los cuatro consellers que le acompañan en el exilio belga. La nueva cobarde es la exdiputada de la CUP Anna Gabriel, que todo apunta que piensa fijar su residencia en Suiza y no acudirá a la declaración ante el Tribunal Supremo, donde ha sido convocada por el juez Pablo Llarena este miércoles. "En el Parlament fueron muy valientes, lo que no ocurre cuando tienen que comparecer ante los tribunales", ha sentenciado la popular Andrea Levy.

Es evidente que Levy lo que intenta es desacreditar a unos más que elogiar a los que están en la prisión, los Jordis desde hace más de cuatro meses, y Junqueras y Forn desde el pasado 2 de noviembre. Una prisión provisional sin fianza injusta y que el gobierno del partido al que ella pertenece ha forzado irresponsablemente y, quizás, alguno incluso ya se arrepiente. Una prisión que a ella por otro lado ya le parece bien y que es imposible hacerse a la idea del sufrimiento de los supuestos cobardes o valientes, de sus familias y de sus amigos desde la posición que Levy adopta. Si no fuera así no se entendería que los dirigentes independentistas catalanes acudan ante el Tribunal Supremo con la inseguridad sobre si dormirán o no en la prisión.

Este lunes, las Martas, Marta Rovira y Marta Pascal, han acudido como investigadas ante el Tribunal Supremo por la causa judicial del referéndum del 1 de octubre. Y, al final, incluso salir en libertad con una fianza de 60.000 euros acaba pareciendo una pena menor. Y así avanza la causa por rebelión y sedición, delitos a todas luces inexistentes, pero el sumario ahí está. Los próximos serán el president Artur Mas y Neus Lloveras que este martes repetirán el paseíllo ante la sede del TS. 

Y, el viernes, ha sido citado por la jueza Carmen Lamela el major de los Mossos Josep Lluís Trapero por un nuevo delito de sedición. En este caso, la Audiencia Nacional no tiene competencias para la sedición y es sabido que no hubo levantamiento público y tumultuario. Pero la acusación a Trapero es lo suficientemente grave para que su puesta en libertad esté en el aire.

Lo que es una lástima es que se esté hablando de cobardes y valientes cuando de lo que se debería estar hablando es de violación de derechos y de relatos novelados que acaban con personas inocentes en la prisión. Pero claro, este último es un terreno resbaladizo como se vio en la euroorden que la justicia española presentó ante la justicia belga para extraditar a Puigdemont y los cuatro consellers y acabó retirando. Y veremos qué acaba haciendo la justicia española ante la justicia suiza si Gabriel se acaba quedando en el país helvético. Por eso lo fácil es hablar de valientes y cobardes.



(*) Periodista y ex director de La Vanguardia