viernes, 8 de diciembre de 2017

Acuerdo en Basilea para afrontar nuevas crisis bancarias ... / José Hervás *

Las cosas de pa­lacio van des­pa­cio. Los su­per­vi­sores mun­diales del mundo fi­nan­ciero pa­recen haber de­ci­dido no ac­tuar con prisas para em­pezar a aplicar las úl­timas re­formas pen­sadas para afrontar la crisis fi­nan­ciera más grave de la his­to­ria. 

El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea ha apro­bado los cri­te­rios de cómo se de­berán cal­cular los riesgos ban­ca­rios, pero el acuerdo no es­tará ple­na­mente en fun­cio­na­miento hasta el 2027. Además des­apa­rece la po­si­bi­lidad de uti­lizar los mo­delos in­ternos de cálculo de riesgos vi­gentes en la ac­tua­li­dad. 

Pese al largo plazo fijado para la vigencia del acuerdo conocido como Basilea III, los gobernadores y autoridades de supervisión no se han puesto de acuerdo para aplicar una nueva estimación del riesgo bancario por su exposición a la deuda soberana que estuvo en el origen de la gran crisis en Europa. La deuda de los Estados se seguirá considerando sin riesgo para los países de la OCDE según los criterios establecidos en Basilea I que se aprobaron en 1988.

Esta tercera reforma del acuerdo de Basilea, que establece las nuevas normas mundiales para medir la solvencia de los bancos y armonizar y reforzar las exigencias de fondos propios de las entidades financieras, ha tardado diez años en alcanzarse y tardará otros diez en entrar en funcionamiento.

La entrada en vigor de las normas se ha retrasado desde el año 2019 previsto inicialmente hasta el 2022. Es decir que no entrará en vigor hasta dentro de cinco años, pese a ser consideradas como las medidas urgentes para afrontar la crisis. Al final habrán tardado 20 años en aplicarse de forma plena.

Las prisas para aprobar el acuerdo, pese a las diferencias que han subsistido hasta el último momento entre los representantes de Estados Unidos y los de los países europeos más activos, Francia y Alemania, se deben a la promesa electoral del presidente del EEUU, Donald Trump, de desregular más su sector financiero lo que podría haber provocado todavía más retrasos.

Aunque el Gobernador del Banco de Suecia, Stefan Ingves, aseguraba que “estas reformas contribuirán a reducir el exceso de variabilidad de los activos ponderados por riesgo y mejorarán la comparabilidad y transparencia de los coeficientes de capital bancario ponderado por riesgo”, los bancos más afectados por las medidas serán los europeos por el diferente modelo de banca de uno y otro lado del atlántico.

Es tradicional que los bancos americanos titulicen sus hipotecas, lo que hace que las saquen del balance y no cuenten para los cálculos del riesgo. En el caso de los bancos europeos lo habitual es mantener estos créditos en su balance, por lo que les afectarán más las nuevas normas de Basilea III.

Los activos ponderados por riesgo según el modelo interno de un banco deberá calcular activos ponderados por riesgo de al menos un 72,5 % de los que calcula la regulación estándar de Basilea III.

Por todo ello, las reformas supondrán, según las primeras estimaciones de la Autoridad Bancaria Europea, que la media de los bancos europeos tengan que incrementar su capital mínimo en un 12,9 %. En el caso de las 12 grandes entidades europeas, entre las que en España solo figura el Banco Santander, el aumento será de hasta un 15,2 %.

Francia y Alemania se han opuesto hasta el último momento a la aplicación de esta medida, pero contarán, como todos los países por otra parte, con diez años para aplicarlas plenamente. Habrá tiempo para estudiar el documento. Pese a que se da por hecho que no habrá otro Basilea IV, no es descartable que sufra alguna reforma. Entre otras razones porque la actual administración Trump no se ha comprometido a aplicarla.

Los expertos dan por hecho que cada país va a ajustar la norma a sus prioridades y peculiaridades, lo que casa mal con la afirmación del presidente del Comité de Basilea y gobernador del Banco de Suecia de que el programa aprobado hoy completa la reforma reglamentaria prevista para resolver los problemas de la crisis financiera del 2007.

Pero resulta descorazonador que a la pregunta de si con estas medidas el sistema está a prueba de crisis solo haya querido responder: “Hoy estamos en mejor forma, y lo estaremos todavía mejor cuando se aplique, pero es imposible predecir el futuro”. Solo le ha faltado decir, Dios dirá. Al menos ha dicho algo. De nuestros responsables no hemos oído ni una palabra. Y los bancos españoles están entre los más afectados.


(*) Periodista

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