BARCELONA.- España tiene ahora un 20% menos agua disponible que hace 30
años y, por el contrario, ha incrementado un 20% las tierras de regadío
en los 18 últimos años. Estos datos resumen la actual situación de
crisis hídrica en España, según dice Santiago Martín Barajas, técnico experto en la planificación hidrológica de Ecologistas en Acción, hoy en La Vanguardia.
La creciente brecha entre el caudal disponible y una
demanda al alza explican la vulnerabilidad del suministro. “Tenemos
disponible un 20% menos de agua y, por otra parte, tenemos mucho más
consumo”, expone Martín Barajas. Los últimos años (2014, 2015 y 2016) en
la Península ha llovido un 6% menos de la media.
Más preocupante es que entre el 1 de enero y el 31 de
octubre del 2017, las precipitaciones han sido un 24,43% inferiores a la
media de los 30 años anteriores y que la situación se ha agravado en
noviembre, en que apenas ha llovido, cuando tradicionalmente es el
segundo mes con más precipitaciones del año.
“Si a la actual situación
hasta octubre, sumamos los déficits de noviembre, es posible que
acabemos el mes con un 30% menos lluvias de lo normal”, argumenta. Todo
esto hace pensar que, efectivamente, estaríamos entrando en un período
de sequía (el último fue entre 1990 y 1995).
Sobre el balance de los recursos disponibles, inciden dos
nuevos condicionantes. Por una parte, la eficiencia en el uso del agua
es mayor que en la última gran sequía. Pero, como contrapartidas, hay
dos inconvenientes. De un lado, a causa del cambio climático, las
aportaciones a los cauces de los ríos se han reducido del orden el 20%
en los últimos 25 años. ¿Cuál es la razón?
“Con el cambio climático, se
produce una subida de temperaturas, cifrada en unos 0,9 grados
centígrados en los últimos 30 años, lo que ha hecho aumentar la
evapotranspiración”, señala Martín Barajas.
Por lo tanto, el agua realmente aprovechable, es decir,
la que va a la red fluvial y a los acuíferos, que es la que nos sirve
(el 28% y el 8%, respectivamente del total, pues el resto se evapora
desde las plantas, el agua o el suelo), ha disminuido de forma notable.
El otro problema es la expansión del regadío. En 1998, en
España había inventariadas 3.344.637 hectáreas de regadío, según el
Plan Nacional de Regadíos, mientras que en el año 2016 se estimaba una
cifra de 4.050.000 hectáreas, según los datos de los planes
hidrológicos. Y eso sin contar regadíos legales o alegales.
La superficie regable ha aumentado un 21%. “Como la
demanda de agua ha crecido tanto, la consecuencia es que, a medida que
llega el agua a los embalses, sale para ser usada en los regadíos”, dice
Martín Barajas. Todo esto ofrece el panorama de un suministro
vulnerable. Alarma también el hecho de que se ha entrado en la actual
fase de escasez de precipitaciones con los embalses en unos niveles muy
bajos. En el conjunto de las diversas demarcaciones hidrográficas, los
embalses están al 37% de su capacidad máxima.
Pero la demarcación hidrográfica del Duero presenta unas
reservas por debajo del 30%. La situación es especialmente dramática en
Valencia (con la cuenca del Xúcar al 25% de su capacidad); ha sido
necesario un trasvase de emergencia de 2 hectómetros cúbicos (hm3)
para llevar agua del Tajo hasta la cuenca de Segura (Murcia), y se
sigue con preocupación la evolución de las reservas en la región de
Barcelona, abastecida por el Ter y el Llobregat.
En este contexto de crisis, las desalinizadoras de
agua de mar desempeñan en la costa mediterránea un papel relevante de
respaldo al sistema de suministro convencional (ríos, pozos). El agua
suministrada por las desalinizadoras es demasiado cara para ser usada en
regadío (el caudal producido sale a 60 céntimos de euro el m3, cuando los regantes la suelen pagar de media 8,4 céntimos por m3),
pero sirve para no sobreexplotar los caudales en los embalses y frenar
sus menguas, cada vez más acusadas ante la falta de lluvias.
http://www.lavanguardia.com/natural/20171127/433237315038/demanda-agua-espana-vulnerable-sequia.html
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