Ayer hemos asistido a una extraña sesión de ‘espiritismo político’ en
la que PP, PSOE, C’s y PSC piden a Puigdemont que suspenda el
referéndum y acepte abrir un diálogo desde dentro de la legalidad, que
es que el miércoles por la noche reclamó Rajoy en una mansa declaración
política en la que se esperaba el anuncio de medidas contundentes contra
el gobierno catalán de Puigdemont.
Pero nada, las medidas contundentes de Rajoy y del TC no llegan y los
jefes del golpe catalán siguen sentados al frente de las instituciones
que el Estado tiene en Cataluña. ¿A qué esperan cuando la Guardia Civil
se ve acosada en las calles de Barcelona y destruidos sus vehículos sin
que los Mossos opten por proteger a los agentes judiciales que
investigaban, por orden del juez, la consejería de economía de la
Generalitat?
Ni se sabe ni se entiende y lo que es peor empezamos a temer que
Rajoy no sabe bien qué hacer ni por dónde empezar. Lo de pedir a
Puigdemont que rectifique es una idiotez o una Inocente de operación de
propaganda del bloque españolista para hablar de ‘diálogo’ y quitar el
discurso al adversario pero nada más.
Puigdemont no puede rectificar porque lo colgarían por los pies los
mismos que él ha sacado a la calle para completar el delito de
‘sedición’ Aunque los más optimistas ven en este movimiento de ‘calma
chicha’ de Rajoy y PSOE el preámbulo de la tormenta en la que Rajoy y el
TC empezarían a actuar en contra del gobierno de la Generalitat para
suspenderlos de sus funciones y a partir de ahí ponerlos la disposición
de la Justicia. Lo que les impediría a los sediciosos gestionar el 1-O
desde la Generalitat y a Puigdemont declarar la independencia desde la
presidencia de la plaza Sant Jaume.
El TC ha empezado a aplicar con tibieza algunas multas y su artículo
92 pero no se atreve a la suspensión del govern a pesar de que
Puigdemont anunció la lista de los colegios electorales para el 1-O. Y
Rajoy está, a estas alturas de la crisis, improvisando la logística para
poder desplegar en Cataluña más policías y guardias civiles, algo que
debería de estar preparado desde hace meses, porque los Mossos de
Trapero no le hacen ni caso al juez.
No tenía buena cara Rajoy el miércoles por la noche porque sabe que
debe hacer en una semana lo que no hizo en cinco años. Mientras
Puigdemont parece encantado con su martirologio político y a su socio
Junqueras da la impresión que le tiemblan las piernas por el horizonte
judicial que le espera (y que van conociendo sus colaboradores) y ahora
se ha convertido, para camuflar sus delitos, en un predicador que dice
estar en el gobierno catalán para ‘hacer el bien’ (sic).
Por su parte Sánchez y Rivera parecen cómodos con la mansedumbre de
Rajoy, mientras Iglesias se ha echado al monte del golpismo y colocado
fuera de la vida democrática y de la legalidad, lo que esperemos que sus
votantes españoles sepan apreciar.
Vivimos envueltos en una nube o una pesadilla en la que los
principales actores de la política española deambulan perdidos por el
escenario y sin que nadie recuerde su libreto ni represente su papel.
Pero dentro de 10 días se alzarán el telón y la niebla se esfumará y
entonces ese deambular sin sentido por el ruedo ibérico de esta clase
política que nos ha tocado en suerte se convertirá, a golpe de timbales y
clarines, en una ‘danza macabra’ donde el enfrentamiento está servido y
nadie podrá escapar al destino que les reserva la cruda realidad e
imparable realidad.
(*) Periodista
https://www.republica.com/el-manantial/2017/09/21/politicos-asustados-y-en-la-niebla/
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