MADRID.- La Fundación BBVA falló la XII edición de los Premios a la Conservación de la Biodiversidad que este año premió la conservación de los ecosistemas del sureste de la Península en la figura de ANSE.
El premio de la categoría de Actuaciones de España galardóno a la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), "por su compromiso en la conservación de la biodiversidad en una región ecológicamente única en Europa", pero sometida a fuertes presiones humanas: el litoral y prelitoral semiárido del sureste de la Península Ibérica.
ANSE es la cuarta asociación ecologista más antigua de España.
Nació en 1973 como iniciativa de un grupo de aficionados a las aves
inicialmente reducido, que no tardó en crecer.
Entre los antecedentes de
la formación de ANSE están la entrada en vigor de la primera ley de
protección de especies en España, y la toma de conciencia, por parte de
los fundadores de la asociación, de la necesidad de un instrumento que
instara a cumplir esta nueva norma.
“Era una época en que
la población desconocía el enorme valor de la biodiversidad”, señala el
geógrafo Pedro García, director de ANSE. Hoy el contexto ha cambiado,
pero los ecosistemas semiáridos del Sureste peninsular siguen siendo,
para García Moreno, paisajes poco reconocidos “a pesar de su gran valor
ecológico”.
El ámbito principal de actuación de ANSE
abarca Murcia, donde tiene su sede, Alicante y Almería. La escasez de
lluvias, el régimen de vientos y la orografía generan en esa área un
tipo de hábitat único en Europa. Sin embargo es también una de las
regiones españolas donde más han aumentado la presión urbanística y el
impacto de la agricultura y las infraestructuras.
“Nuestro esfuerzo ha
contribuido a proteger muchas áreas, a menudo frenando proyectos de
urbanizaciones e infraestructuras costeras”, dice García, “pero la
presión ha aumentado enormemente. Hay una frontera cada vez más
diferenciada entre los espacios protegidos y los que no lo están”.
ANSE
tiene unos 550 socios y colabora con decenas de voluntarios y con otras
organizaciones. Lleva a cabo, entre otras acciones, campañas de
protección de áreas naturales y especies amenazadas, control de
contaminantes en fauna y flora, alerta de infracciones a las leyes de
protección ambiental y estudio de ecosistemas, como el litoral, la
huerta y los ríos.
Una de sus acciones de restauración con flora
autóctona ha contribuido a preservar los últimos arenales del Mar Menor,
donde también se ha evitado la urbanización de espacios hoy protegidos.
Otras campañas, mantenidas durante años, han redundado en la
declaración de las reservas marinas de Cabo de Palos, hace más de dos
décadas, y Cabo Tiñoso, en 2016.
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