Bruselas es desde hace más de un mes la capital informativa de Catalunya. La presencia en la ciudad belga del president Carles Puigdemont y de cuatro de sus consellers, desde el lunes 30 de octubre, la ha situado no tan solo como la capital comunitaria que continúa siendo sino como la ciudad en la que se ha refugiado casi la mitad del Govern huyendo de la justicia española. 

Desde Bruselas hablan casi a diario Puigdemont y los consellers Toni Comín, Clara Ponsatí, Meritxell Serret y Lluís Puig. Y Bruselas ha sido también la ciudad donde la actuación de la Corte belga ha hecho recular a la justicia española, que ha tenido que retirar la euroorden de extradición ya que había suficientes indicios de que solo iba a aceptar que las cinco autoridades catalanas fueran juzgadas en España por el Tribunal Supremo por desobediencia. 

Pero, además, Bruselas será este miércoles foco informativo internacional por un acontecimiento del todo excepcional como es que algunas decenas de miles de catalanes se desplacen desde todos los rincones del país para acudir a una manifestación en el centro de la ciudad reclamando a las instituciones comunitarias una mayor sensibilidad ante la cuestión catalana. 

La ANC y Òmium los han convocado detrás de una pancarta que lleva por lema Europe Wake up! Help Catalonia ("Europa, ¡despierta! Ayuda a Catalunya") y pretenden que sea la mayor movilización del independentismo fuera de Catalunya y una de las más importantes de las celebradas en Bruselas. También un evento que reactive aquellos sectores que quedaron desconcertados, enfadados o irritados después de que no se materializara la República catalana.

El independentismo, acostumbrado a superar en la calle retos increíbles, pretende llevar a cabo algo inusual y en el corazón de Europa. En un momento en que muchos auguran un retraimiento, consecuencia en parte de una campaña de hostigamiento mediático sin precedentes, la movilización supone un nuevo test de estrés y demostrativo de la musculatura del movimiento. 

De su resultado y de su impacto depende que actúe también como catalizador de cara a las elecciones del próximo 21 de diciembre. La demanda de sensibilización a Europa, la defensa de las libertades perdidas con el 155 de la Constitución y el secuestro de la autonomía van a ser pilares en la campaña electoral recién iniciada y argumentos a utilizar para ensanchar el espacio independentista que ha visto como sus líderes se exiliaban o ingresaban en prisión.

Viajar a Bruselas es también recordar el referéndum del 1 de octubre, la protección de las urnas, la votación y la represión. Y una muestra de gratitud por la acogida que han tenido los representantes legales de Catalunya y que ha acabado poniendo de los nervios a las autoridades españolas. 

También supone agradecer el ofrecimiento de centenares de familias flamencas a los manifestantes catalanes que les ha permitido un alojamiento gratuito, una iniciativa que han replicado también numerosos hostales con un precio simbólico. Pero sobre todo es una prueba más de la fortaleza de un movimiento transversal y ganador. 

La resiliencia del catalanismo le ha permitido superar grandes dificultades en la historia y levantarse en los momentos de mayor dificultad. Los resultados del 21-D van a acabar demostrando el grado de rebeldía ante una situación impuesta desde Madrid. 


(*) Periodista y ex director de La Vanguardia