El año electoral de 2016 ha causado estragos en los partidos de la
izquierda, PSOE y Podemos, ha hundido a Convergencia y al PSC en
Cataluña, hizo retroceder a C’s y confirmó una lenta recuperación del PP
que ha permitido a Mariano Rajoy revalidar su presencia en el Gobierno y
reforzar su liderazgo en el partido tan solo enturbiado por el abandono
de José María Aznar de la presidencia de honor del PP.
Rajoy sigue en el gobierno después de una costosa investidura y tiene
en su bolsillo la llave que le permite disolver las Cortes a partir de
mayo si no logra aprobar los Presupuestos de 2017 y la oposición no le
deja gobernar. Y esa llave es crucial y tiene fuerza porque los partidos
de la oposición están en crisis y no quieren por nada del mundo una
nueva cita electoral.
El final del bipartidismo confirmado en los comicios generales del
20-D de 2015 y del 26-J de 2016 ha tenido consecuencias políticas
internas para los perdedores de ambas citas electorales y especialmente
para el PSOE con la salida, a la fuerza ante su resistencia a dimitir
asumiendo sus fracasos, de su exsecretario general Pedro Sánchez.
Desde entonces el PSOE, que sufre en Cataluña un grave desencuentro
con el PSC, no levanta cabeza, está dirigido por una gestora que preside
el asturiano Javier Fernández y no se atreve a convocar de inmediato el
obligado congreso del partido a la espera -el núcleo duro de la
gestora- de poder ofrecer a Susana Díaz el liderazgo apoyado por una
amplia mayoría. Las últimas encuestas sitúan al PSOE como el tercer
partido nacional por detrás de Podemos lo que les hace temer nuevas
elecciones y por ello se abstuvieron durante la investidura de Rajoy.
Problemas de unidad y de liderazgo en Podemos donde Pablo Iglesias
cierra puertas a los críticos de Íñigo Errejón, negando la posibilidad
de corrientes internas y uniendo programas y equipos en un solo bloque
para votar en el II Congreso de Vistalegre, tras ganar por escasa
diferencia la votación sobre el modelo del debate interno y votaciones
en Podemos.
Iglesias habla de unidad pero reclama todo el poder y amenaza con
retirarse del primer plano político si no sale vencedor en el Congreso
de Podemos. A lo que responde Errejón planteando batalla y diciendo que
sus resultados en la última consulta a las bases prueban que se debe
repartir el poder y a la vez reforzar la democracia interna. Al fondo de
todo ello dos estrategias contradictorias: Iglesias pide giro a la
izquierda, fusión con IU, presencia en las calles y derrotar al PSOE
como su prioridad; Errejón pide pacto con el PSOE, no quiere fusión con
IU y reclama la apertura del partido hacia el centro izquierda
socialdemócrata.
En C’s las elecciones del 26-J les hicieron retroceder, votaron a
favor de la investidura de Rajoy y ahora Albert Rivera refuerza el
control interno del partido, prohibiendo las corrientes y las públicas
discrepancias, porque no descarta elecciones a partir de mayo si Rajoy
no logra aprobar en próximos meses los Presupuestos de de 2017. En su
próximo congreso C’s podría aprobar un cambio importante de estrategia
para entrar en los gobiernos autonómicos que ahora sostiene (en Madrid y
Andalucía) desde la oposición.
Y en Cataluña en pleno desafío secesionista estamos asistiendo a la
caída en picado de Convergencia (la antigua CiU) ante los continuos
errores y disparates de Artur Mas y su deriva independentista. Lo que ha
llevado a Convergencia a pasar de 60 diputados en Cataluña en 2010 a
menos de 20 en este final de año según las últimas encuestas. Y crisis
también del PSC que está al borde de la ruptura con el PSOE por sus
devaneos con el sector independentista. Al final solo ERC y Oriol
Junqueras salen airosos de esta crisis catalana que acabará con nuevas
elecciones autonómicas en el otoño de 2017, como sucedáneo del imposible
referéndum de autodeterminación.
Y ello siempre y cuando Rajoy no convoque elecciones generales en
esas fechas lo que sumiría el desafío catalán en una enorme confusión.
(*) Periodista