Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han firmado un acuerdo para formar un
Gobierno de coalición ‘progresista’ entre sus respectivos partidos, y en
el que Pablo Iglesias ocupará una de las Vicepresidencias, lo que
otorga al líder de Unidas Podemos una importante victoria política y
personal.
La parte positiva del acuerdo entre Sánchez e Iglesias está en que se
acaba el bloqueo político y, por fin y en cuestión de unas semanas,
España tendrá un Gobierno, poniendo fin a un año y medio de
inestabilidad.
Sin embargo el nuevo Gobierno ‘progresista’, sin duda histórico en
España desde el inicio de la Transición -Felipe González no quiso pactar
con el PCE ni con IU-, es un Gobierno integrado por socialdemócratas y
marxistas.
Lo que provoca bastante inquietud en los ámbitos económicos y
europeos por cuanto Podemos es contrario a las políticas de convergencia
fiscal de la UE y de la contención del déficit. Así como inquieta en la
OTAN y en la UE la presencia de Iglesias en un Gobierno donde se
debatirán temas ‘sensibles’ relativos a las políticas de Defensa y
Seguridad.
Pero sobre todo y en España preocupa mucho la política que este
Gobierno llevará a cabo en Cataluña, donde se espera que en sus primeras
decisiones Sánchez decida el indulto de los políticos catalanes que
fueron condenados en el Tribunal Supremo por sedición, malversación y
desobediencia.
Lo que llegará precisamente ahora que la Abogacía de la UE defiende
ante la Corte europea la condición de eurodiputados Carles Puigdemont y
Oriol Junqueras. Y en un momento en el que el presidente del Parlament
Roger Torrent ha burlado las advertencias del TC para aprobar una moción
a favor de la autodeterminación. Y también cuando el presidente Torra
avala desde la Generalitat el bloqueo de las fronteras de España y
Francia impidiendo a los Mossos desalojar a los CDR.
Estos son los hechos y como dice el refrán ‘con estos bueyes hay que
arar’. Y Sánchez, que se auto calificó como ‘el rojo’ en las primarias
del PSOE está cumpliendo con su compromiso de izquierda. Hace pocos días
culminó la exhumación de Franco y ahora acaba de abrir a los marxistas
herederos del antiguo PCE y de IU las puertas del Gobierno de España.
Mientras que para Pablo Iglesias el pacto de Gobierno de UP con el
PSOE constituye un claro triunfo político y personal en una carrera
fulminante que comenzó hace sólo cinco años. Y que Iglesias ahora va a
culminar sentado en una Vicepresidencia del Gobierno de España.
Tras
haber sido el impulsor del Gobierno de coalición -del que ha destacado
‘la experiencia del PSOE y la valentía (sic) de Podemos’- como lo fue
también de la moción de censura que sacó a Mariano Rajoy de la Moncloa y
llevó a Pedro Sánchez al poder.
En estas circunstancias de recreación del ‘Gobierno Frankenstein’
-así lo llamaba Rubalcaba- de la moción de censura, la primera inquietud
que se presenta es la de su estabilidad, por las profundas diferencias
que, en las cuestiones de Estado, existen entre el PSOE y Podemos y por
causa del incesable y últimamente violento desafío independentista
catalán.
Es verdad que Pedro Sánchez pudo haber explorado, antes de pactar con
Podemos, una ‘gran coalición’ entre los partidos constitucionales PSOE,
PP y Cs, pero no quiso ni siquiera intentarlo, con el argumento del
hundimiento de Cs y el importante ascenso de Vox.
O porque Sánchez sigue
pensando que es ‘el rojo’ del PSOE y a lo mejor no descarta ser algún
día el Presidente de la III República Española, por la que sin duda
Pablo Iglesias luchará.
(*) Periodista
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