El líder del PP, Pablo Casado, llega tarde a todas partes y con la
debilidad que caracteriza su incipiente liderazgo como se vio en el
debate electoral televisado, donde en el flanco de la derecha le superó
Santiago Abascal.
Casado tardó en salir en la noche electoral y no ha sido capaz de
reaccionar de manera contundente e inmediata al anuncio del gobierno de
coalición de PSOE y Podemos que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sellaron
el martes con un abrazo.
Y al final ha tenido que ser el presidente gallego Alberto Núñez
Feijóo quien diera la cara para decir que el PP debe ofrecer a Sánchez
una alternativa a su pacto con Podemos. Lo que no ha gustado a un
Casado, temeroso de Vox, que tampoco se ha atrevido a desautorizar a
Feijóo y ha enviado a unos banderilleros del PP para subrayar esa
discrepancia.
Como parece bloqueado Casado ante la crisis de Cs, que si logra
remontar el vuelo con el liderazgo de Inés Arrimadas volverá a amenazar
sus actuales 98 escaños. Los que son circunstánciales por el hundimiento
de Cs como lo fueron los 57 escaños que Albert Rivera logró en los
comicios del 28-A por la crisis de corrupción del PP y la espantada en
la moción de censura de Mariano Rajoy.
Y ahora, mientras discurren las negociaciones entre Sánchez y Rufián,
el PP de Casado permanece callado sin ni siquiera subrayar algo tan
evidente como que los indultos a los golpistas condenados por el
Tribunal Supremo constituyen la pieza clave de esa negociación.
Casado se muestra como un político débil con ideas confusas, propicio
a ocultarse y con un equipo directivo de escaso nivel y experiencia.
Porque desde que llegó a la presidencia del PP él mismo se encargó de
depurar a lo mejor de los anteriores gobiernos de Mariano Rajoy. Y
luego, obsesionado en colocar a gente de su confianza aunque de escaso
nivel, ha cometido errores de bulto como el poner a la pintoresca Isabel
Díaz Ayuso al frente del importante Gobierno de la Comunidad de Madrid.
Y todo esto acaba repercutiendo en contra del PP y está en el origen
del ascenso espectacular de Vox en la noche electoral a costa del PP. El
que si logró una ‘agridulce remontada’, pero bastante escasa frente a
la ‘amarga victoria’ de Pedro Sánchez, pero a fin de cuentas victoria y
ahora a punto de renovar el poder.
Dice el refranero español que ‘casa con dos puertas, difícil de
guardar’. Y para el PP de Casado esas puertas son las que conectan con
los espacios políticos de Cs y Vox. Lo que no necesitaría equilibrios ni
ambigüedades calculadas si el liderazgo de Casado fuera poderoso y
creíble.
Y si además estuviera acompañado de un equipo potente en su
dirección, donde solo destaca Cayetana Álvarez de Toledo (que se los
come a todos por los pies) y también de un portavoz de primer nivel y no
de un tertuliano de medio pelo que abunda en la imagen debilitada del
PP.
Podrá decir Casado que lleva poco tiempo al frente del PP y la
Oposición, pero en ese poco tiempo ya ha cosechado las dos peores
derrotas de la historia del PP. Y ahora frente al Gobierno coaligado de
Sánchez e Iglesias y ante las turbulencias políticas y económicas que se
anuncian en Cataluña y España, Casado volverá a tener una tercera y
última oportunidad, pero si no la aprovecha como debiera Feijóo, que
está inquieto y activo, se convertirá en el PP en su alternativa de
liderazgo nacional.
(*) Periodista
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