Yo las creo. Creo a las nueve mujeres que han abierto el
fuego de su recuerdo sobre Plácido Domingo. Lo innegable es que hasta
Plácido las cree. "Reconozco que las reglas y los valores por los que
hoy nos medimos y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el
pasado", dijo en un comunicado. Él no necesita creerlas. Para bien o
para mal, en su perjuicio o en su beneficio, él sabe.
Las
cosas eran distintas en los años ochenta y mucho antes de esa fecha
pero no en el sentido en el que lo afirma Domingo. Las cosas no eran
distintas porque el baboseo y el abuso de poder fueran del agrado de las
mujeres. No, son otras cosas las que han cambiado. La relación de los
hombres con el sexo, de los hombres con el poder, de los hombres con
poder con el sexo. Esa ni cambió en el transcurso de los siglos ni ha
cambiado ahora. Es una realidad poderosa y probablemente intacta.
Yo
misma escribí una novela (Pisa mi corazón) que
parezca lo que parezca es una historia sobre la relación con el sexo de
los hombres con poder. Lo que ha cambiado no es eso, lo que ha cambiado
es la aritmética de las consecuencias. Hasta que las mujeres se
levantaron y dejaron oír su voz, la historia la escribían los vencedores
y esos eran siempre los hombres. Ahora las tornas han cambiado porque
la historia puede convertirles en perdedores y eso es lo que modula
conductas que antaño vagaron a sus anchas. Esa es la diferencia y
bienvenida sea.
Dicho eso, yo las creo. No necesito
demasiada fe. Yo también fui una joven profesional en los años ochenta.
Ellas hablan de tenores y otras de directores de cine y habría muchas
que podrían hablar de directores de periódicos, de radios o de teles.
Otras podrán hablar de patrones o de encargados. Las jerarquías tienen
distintos atrezzos pero son a la postre patrones de poder. Las creo y,
empero, hay cosas que no comprendo ni comparto.
¿Por qué ahora? Son y
eran adultas. No fueron abusadas ni agredidas. ¿Por qué esperar treinta
años? Yo tengo una historia así. Una historia de no. Una historia que
tuvo consecuencias profesionales demostrables. Así funciona el acoso,
con represalias tras la negativa. ¿Qué diferencia hay entre el acoso y
las aventuras? El consentimiento. Hubo síes. Seguro. No sabemos si
mejoraron carreras. Hubo síes porque si te solicita "dios" puede pasar
que dios te haga arder en deseos o que dios te deje fría.
En eso se basa
el éxito de cualquier donjuán, de cualquier mujeriego, en ser inmunes a
los noes porque su estrategia es intentarlo siempre y así, a pesar del
porcentaje de negativas, cosechar siempre el suficiente número de
coitos. Me pasma mucho ese testimonio que afirma que, tras diez años,
"me rendí y me acosté con él. Me quedé sin excusas".
No creo que eso
pueda interpretarse como una falta de consentimiento. El consentimiento
existe o no existe sin importar las razones por las que una lo presta.
Consientes por placer, por amor, por diversión, por interés...
consientes. Queda en tu propia esfera moral si los motivos que alegas
son aceptables para ti mismo o no.
Tampoco me convence
el anonimato. En ningún sistema de Justicia se admiten denuncias
anónimas. Sucede que el carácter norteamericano y sus propias tendencias
morales está convirtiendo en ocasiones una lucha feminista en una
batalla moral en la que no rigen normas. Yo ya conté en el #Cuéntalo de
Fallarás que también he sufrido episodios similares.
Y también fui
acosada laboralmente. Llámenme radical, pero si el "no" es rotundo, uno
arrostra las consecuencias y se enfrenta a ellas aún a riesgo de salir
perjudicado profesionalmente. Yo lo denuncié a sus superiores, aun
arriesgando mi puesto.
¿A qué viene denunciar esto ahora no sólo sin
reparar en los daños que se inflingen a terceras personas sino
asegurándose de que tales daños no irán contra la propia denunciante y
su entorno? ¿Qué suerte de cobardía? Yo no les diré el nombre de aquel
cafre porque ni su mujer, ni sus hijos, ni sus nietos tienen la culpa de
nada, pero si lo hiciera, les aseguro que sería a cara descubierta.
La
Justicia tardía no es Justicia. Las vendettas sí lo son. Nessun dorma, que nadie duerma, porque cualquiera puede ser despertado por el pasado en forma de golpe bajo. Nessun dorma
porque todos pueden ver llegar del pasado a su Turandot que llegue del
pasado decapitando pretendientes. Que nadie duerma hasta saber su
nombre, el nombre del osado.
Hay otra cuestión, por
último, que no puede ser soslayada. El juicio del puritanismo que
equipara la vida del artista con su obra. Han cancelado tres actuaciones
de Domingo en Estados Unidos. Eso sí que no lo entiendo. El arte está
más allá de las personas que lo crean o lo recrean. La obra de arte
cobra vida en el corazón de aquel que la disfruta más allá de la
realidad personal del artista. Tolstoi es un genio por muy cabrón que
fuera con su mujer. Los cuadros de Picasso son un deleite para el
espíritu más allá de que él fuera un maltratador.
Nessun dorma es paz para el espíritu en la voz de Plácido Domingo aunque Domingo fuera un baboso acosador.
Sacad vuestras tijeras del arte. El arte no tiene dueño. El arte es dueño de nuestros corazones.
(*) Periodista
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