Atendamos al último sondeo del CIS. El
PSOE crece hasta el 40%, y Ciudadanos supera, por fin, al PP. Podemos y
Vox caen. Moraleja: a los socialistas y a los naranjas les interesa la
repetición de las elecciones generales. Todo indica que esa será la
salida. Y la cuestión pendiente en la Región de Murcia, la formación del
Gobierno autonómico, podría quedar sometida a la estrategia nacional de
ambos partidos, aunque los datos no sean tan estupendos aquí para
Ciudadanos, pues el CIS les vaticina un nuevo retroceso. Pero ¿qué
importa Murcia en el relato global de Albert Rivera?
Tras
el 'no' de Vox en la primera sesión de la investidura de López Miras,
todo el estamento político se ha convulsionado. Las presiones sobre el
partido de Abascal para que olvide todos sus pronunciamientos previos
sobre sus condiciones para favorecer el pacto PP-Cs se han intensificado
de manera brutal.
Sin
sutilezas, hay quienes les llaman desde los aledaños del PP e incluso
desde Ciudadanos 'cómplices de los terroristas' por el hecho casual de
que sus votos negativos coincidan con los de PSOE y Podemos, llevando al
extremo, fuera de cualquiera lógica intelectual, otras negociaciones
territoriales en que tiene presencia Bildu, de modo que pareciera que
este partido mantuviera escaños en el Parlamento murciano. Llama todavía
más la atención que sea Ciudadanos el que incluya a Vox en el
'tripartito del terror' cuando hace pocas semanas se sentaba con el
PSOE, en apariencia para calcular las posibilidades de un acuerdo de
Gobierno.
Queda claro que,
desde ayer mismo, la estrategia de Cs ha adquirido un nuevo rumbo,
instado por las expectativas electorales nacionales de Albert Rivera. En
Murcia, ya no ignoran a Vox.
Isabel Franco ha pasado de la indiferencia en sede
parlamentaria a instarles a que suscriban esta tarde el pacto PP-Cs,
por supuesto gratis total, y en un tono que rompe definitivamente con
una alternativa PSOE-Cs, pues los calificativos que emplea contra los
socialistas no admiten una inmediata reconciliación.
Esto significa que lo que Cs desea es forzar un adelanto electoral.
Si
Vox mantiene su posición de negociar con un Cs que lo esquiva, cada
intento de investidura de López Miras se resolverá inevitablemente con
un 'no'. El socialista Diego Conesa no podría optar a suceder al
candidato popular (hoy se propondrá a sí mismo, sin duda, en la
intervención parlamentaria que le toca) porque Cs no lo aceptaría, y el
presidente de la Asamblea tendría que volver una y otra vez a López
Miras.
Así, hasta llegar al 31 de agosto, en que ya solo cabrá
técnicamente la repetición electoral, que podría coincidir con la
celebración en octubre de las nuevas generales, también repetidas.
Para
que esto último suceda, se producirá una votación en el Congreso en que
PP, Cs, Ezquerra, Bildu, Vox y Podemos coincidirán en el 'no', lo que
daría lugar a los 'intelectuales del PP' a que interpretaran la
existencia de ese extraño 'sextapartito'. ¿Tendríamos que calificar de
'populista' al PP porque en su voto de rechazo a Pedro Sánchez
coincidiera con Podemos?
Este tipo de broma es el hallazgo intectual al
que en la Región de Murcia han llegado filósofos como Enrique Ujaldón
(¡con plaza universitaria!), inspirador en la sombra de los prontuarios
populares, y otras personalidades que, al margen de la defensa de su
sillón o de la expectativa del mismo, mantienen criterios
dialécticamente más estimables, aunque metidos en política no sean
capaces de suministrar argumentos elaborados a los limitados políticos a
quienes sirven.
Lo peor que le
podría pasar hoy a Cs es que Vox se abstuviera y le obligara a gobernar
con el PP, porque esto cambiaría la estrategia global de Rivera para la
repetición electoral. Pero Vox también lee las encuestas, y éstas
aseguran que retrocede de manera imparable. A Vox no le interesan unas
nuevas elecciones, de modo que las parará en última instancia
facilitando, aunque sea gratis, un Gobierno PP-Cs.
Porque, si todavía no
se han dado cuenta, la alternativa a este modelo, según la nueva
estrategia de Cs, no es un Gobierno PSOE-Cs, sino un adelanto electoral
que, aunque perjudicara a los naranjas en Murcia, favorecería a Rivera
en las elecciones generales. Este es el nuevo marco para quien quiera
verlo. Así que Vox, para salvar sus propios muebles, está abocado a
dejar pasar el Gobierno López Miras-Franco frente a la expectativa de
derrumbarse electoralmente.
Luis
Gestoso, uno de los negociadores más rocosos de Vox, declaraba ayer que
«preferimos desaparecer antes que perder nuestra dignidad», pero es
dudoso que estas proclamas tremendistas sean compartidas por sus
compañeros del staff. La política es el arte de la supervivencia, y si
no, que se lo pregunten a López Miras.
El
otro elemento de presión del PP contra la fortaleza de Vox, por la
casual coincidencia de su voto de rechazo a un pacto que les es ajeno,
además de hacerlos aparecer como miembros de un tripartito junto a PSOE y
Podemos, 'amigos de los terroristas' (¡Dios santo!), consiste en
intentar persuadirlos de que pasarían a la irrelevancia si de su
negativa a facilitar la investidura de López Miras se derivara un
Gobierno PSOE-Cs. Sería todo lo contrario.
Si
el PP se viera obligado a abandonar el poder, entraría de inmediato en
una crisis interna que obligaría a López Miras y a su equipo a derivar
la atención hacia su propio partido, desde donde surgirían las voces
críticas hasta ahora contenidas que instarían a la desconexión con Miami
y a la regeneración de la estructura que llevó al PP a la derrota
electoral.
En ese impasse, Vox, con el PP en boxes y con Cs empotrado en
un Gobierno presidido por el PSOE, podría instrumentar inteligentemente
la oposición de derechas.
Pero
ese esquema tal vez ya no esté en pantalla. Porque, en último extremo,
Cs ya no les amenaza con amigarse con el PSOE, sino con forzar una
repetición electoral que podría conllevar la desaparición de Vox.
(*) Columnista
https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/07/04/elecciones/1035498.html
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