Durante muchos años, el etólogo holandés Frans de Waal analizó el
comportamiento de una gran colonia de chimpancés en el zoo de Anhem.
Observando la vida diaria de esos primates, descifró sus conflictos, sus
relaciones afectivas y su sofisticada lucha por el poder, basada en
estrategias de alianzas y coaliciones que asombrarían al propio
Maquiavelo. Los resultados de esa investigación, plasmada en los años 80
en un libro llamado 'La política de los chimpancés', sugieren que las
raíces de la política son más antiguas que la propia Humanidad.
Mucho
antes de que aparecieran los humanos modernos, (animales políticos, como
nos definió Aristóteles), los primates más cercanos evolutivamente a
nuestra especie empleaban ya tácticas muy elaboradas para alcanzar y
conservar el poder. De hecho, en esa colonia con más de 50 chimpancés
machos, ser el más fuerte y grande no garantizaba el éxito. Los
ejemplares que tenían más posibilidades de triunfar eran aquellos con
más capacidad para urdir coaliciones, cooperar y recabar el mayor apoyo
de la comunidad.
En la constitución de los ayuntamientos,
comprobamos cómo no todos los aspirantes en apariencia más fuertes,
aquellos que habían conseguido más concejales, conquistaron el poder. Ni
en Cartagena ni en Lorca la vara de mando fue para quienes partían con
más votos en las urnas, José López (MC) y Fulgencio Gil (PP),
respectivamente, sino para quienes supieron trabar alianzas: Ana Belén
Castejón (PSOE), que pactó con Noelia Arroyo (PP) y Manuel Padín; y Diego
José Mateos (PSOE), que lo hizo con Ciudadanos e IU. Si José Ballesta
(PP) retuvo la alcaldía de Murcia, a la que aspiraba siendo el más
votado el 26-M, fue porque supo resistir la dura negociación planteada
por Mario Gómez (C's), sin rehuir el pacto.
La mayor de las
sorpresas se produjo en Cartagena, donde volvió a ocurrir lo mismo que
hace cuatro años, cuando la popular Pilar Barreiro, la más votada, fue
desplazada por Castejón y López con el llamado 'pacto de la servilleta',
un acuerdo a la griega por el cual se repartieron la alcaldía dos años
cada uno.
José López ha probado su propia medicina. No haber buscado
alianzas, como hizo hace cuatro años, fue su gran error. O no pudo o no
quiso. Y las dos candidatas, más hábiles, se aliaron, birlándole la
vara. Probablemente pensó que nunca ocurriría, siendo una del PSOE y la
otra del PP. Con la incorporación de Manuel Padín (C's) como teniente de
alcalde, ambas pactaron una coalición estable para cuatro años.
Solo ellas se turnarán al cabo de dos porque los concejales del equipo
de gobierno serán los mismos y no cambiarán de funciones en toda la
legislatura. Paradójicamente, lejos de celebrar la alcaldía de
Cartagena, el acuerdo abrió una grave crisis en el PSOE regional, que
anunció de manera inmediata un expediente disciplinario contra Castejón y
sus concejales y la creación de una gestora en la ciudad portuaria.
La
dirección regional de los socialistas señaló que no podía avalar un
pacto con el PP, algo que ya había descartado en público en días
pasados, pero que se saltó a la torera Ana Belén Castejón,
consciente de que varias agrupaciones socialistas cartageneras estaban
reuniéndose para acabar políticamente con ella, pero también de la
parálisis para la ciudad que, a su juicio, podría suponer cuatro años de
gobierno de José López.
La gran vencedora de este juego de tronos es
Noelia Arroyo, que evita la llegada de López a la alcaldía, se asegura
dos años al frente del municipio y encima se encuentra, inopinadamente,
con una crisis que deja hecho unos zorros al PSOE en Cartagena. Diego
Conesa se equivocó al actuar con precipitación, quizá porque pensó antes
en su partido que en Cartagena. Anunciar un expediente disciplinario y
una gestora convirtió en un órdago a su liderazgo lo que inicialmente se
presentó como un acuerdo para preservar la calidad democrática en
Cartagena.
Como tal lo aplaudió, en Twitter, Emilio Ivars, el único
diputado cercano a González Tovar que sigue en la Asamblea. Ahora Conesa
tendrá que gestionar un lío monumental que podría haber resuelto de
forma menos aparatosa. Mientras tanto, paradójicamente, el candidato
socialista de Mazarrón salía elegido con apoyo de concejales de un
partido local que están imputados por corrupción, lo que ya parece no
ser un problema para el PSOE.
Lo más positivo para los socialistas fue
recuperar la alcaldía de Lorca, con el apoyo de C's e IU, a manos de
Diego José Mateos, quien supo manejar sus opciones. En Murcia, por el
contrario, se quedaron con la miel en los labios. José Ballesta, que de
madrugada, y en plena negociación, tuvo conocimiento de una nota urgente
del PSOE con graves acusaciones, se topó con la tenacidad de Mario
Gómez, que llevó la negociación al borde de un precipicio. El acuerdo
llegó solo una hora antes del inicio del Pleno.
Al final vencieron los
que mejor resistieron la presión, negociaron y trenzaron alianzas. Como
viene ocurriendo en política desde tiempos inmemoriales.
Pregones y 'Pregonaos'
Están los doce Roland Garros de Rafael Nadal y los más de cuarenta
pregones de Alberto Castillo, el periodista que ha hecho la proeza de
pasar de prácticamente la nada, al término de una larga y sólida carrera
de periodismo radiofónico, a convertirse en la segunda autoridad de la
Región. ¿Quién dijo que estaba averiado el ascensor social?
Esto se
asemeja mucho al sueño americano, pero a la murciana. Hace un par de
meses, a Castillo se le veía por Twitter sin ocupación definida, aunque
estaba ligado a la cúpula del Colegio de Periodistas y mantenía una
estrecha colaboración con ámbitos (cofrades, taurinos...) de honda
tradición en Murcia.
Aparentemente fue entonces cuando apareció
Ciudadanos con su superficial concepción de la modernidad (mochilas
austriacas, gestaciones subrogadas...), buscando 'influencers' para sus
listas y despertando vocaciones políticas que nadie conocía, pero que
debían de estar durmientes. Aquí, en Mediocristán, ese territorio
imaginario donde se desarrolla la política regional, C's encontró terreno
abonado.
El resto es historia. C's retrocede en votos respecto a
2015, pero es la llave de la gobernabilidad y ahora ya no busca solo
aplicar políticas, sino también ocupar puestos. El primer sillón es la
presidencia de la Asamblea. Se estrenó Castillo con un discurso en
el que no abordó los problemas de la Región, patinó al hablar de C's en
su nuevo papel institucional y a punto estuvo de derivar en otro pregón
cuando se fue para arriba hablando de las costumbres de algunos
municipios de la Región.
En su conjunto, todo el ceremonial resultó tan
solemnemente gris que evocaba lastimosamente al NO-DO. Castillo lo hará
mejor cuando comprenda que la Asamblea no es un foro para la exaltación
de la murcianía, sino un parlamento que debe impulsar políticas
públicas.
Yo espero que le vaya muy bien (por el bien de todos) y tenga
un rápido aprendizaje en un puesto que deja Rosa Peñalver con el listón
muy alto. Castillo tiene experiencia y buen conocimiento de la Región.
Está por ver qué parte de su personalidad se impone en esta tarea.
En
lugares de Albacete llaman 'pregonaos' a las personas alocadas que se
conducen como si no hubiera nadie al volante. Castillo, el hombre de los
más de 40 pregones, tiene, por el contrario, buena cabeza y confío en
que sabrá adaptarse a las exigencias institucionales del cargo.
Políticamente, la Asamblea fue lo mejor de los últimos cuatro años. Que
no se malogre.
(*) Periodista y director de La Verdad
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