Que en pleno siglo XXI una institución de la envergadura de la Cambra de Comerç tarde
cinco días, ¡cinco!, en facilitar los resultados de un proceso
electoral en que han votado algo más de 17.000 personas solo puede
deberse a dos motivos: incompetencia o un desesperado intento de
adulteración de los resultados.
El estado de shock en que quedó el Upper Diagonal después del estrepitoso fracaso de su candidato Carles Tusquets
no justifica retrasar hasta este lunes por la tarde ―cuando las
votaciones finalizaron el miércoles― el anuncio de resultados oficiales
que se han resuelto con una apabullante victoria de la ANC que ha copado
32 de los 40 puestos que se escogían directamente y que le confieren
una mayoría absoluta entre los 60 miembros que conforman la dirección de
la Cambra.
Pero hay más: Enric Crous, el candidato al que el
establishment tildaba de independentista con la intención de
desacreditarlo, habría ganado en 26 epígrafes frente a 11 de Tusquets si
la ANC no se hubiera presentado. Cierto que sería una derrota dulce
para el Upper, a diferencia de lo que ha sucedido con la
aplastante victoria de la Assemblea, pero en la práctica también habrían
tenido que dejar la institución muchos de los que se han aprovechado de
ella como si de su cortijo particular se tratara.
Es de esperar que, cuando se oficialicen los resultados,
no se haya producido ningún arreglo en los despachos y se transfiera lo
más rápidamente posible el poder a los ganadores, que tienen un trabajo
ingente por delante. Y que, de no ser así, cosa que sería todo un
escándalo, la Generalitat responda con autoridad a cualquier sorpresa de
última hora. La Cambra necesita con urgencia democratizarse, aumentar
la participación en la toma de decisiones y profesionalizarse al
servicio de las empresas catalanas para contribuir al rol que tienen
encargado y que han dejado pasar.
El profesor Xavier Sala-i-Martin ha definido muy bien el papel de lobby que
tiene la Cambra y que a partir de ahora tiene que ponerse a hacerlo al
servicio de la mayoría empresarial catalana, cosa que no ha sido nunca
así hasta la fecha. La ANC y por extensión el independentismo, sin
proponérselo del todo, tiene una oportunidad única y mucho más
importante y decisiva de lo que muchos puedan llegar a pensar. Si no,
¿por qué habría tantos nervios y tantas carreras en tantos despachos?
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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