lunes, 22 de abril de 2019

Sin discusión / Enric Juliana *

No hay discusión. La novedad de esta campaña es la ausencia radical de discusión. No hay debate. Hay monólogos, insultos y escenas. Escenas en busca del conflicto de baja intensidad con los intransigentes, para ser exhibidas en internet. Escenas que escapan al control de los estados mayores, como la quema y ejecución de un muñeco de Carles Puigdemont ayer, domingo de Resurrección, en la localidad sevillana de Coripe, con alcalde socialista. La Quema de Judas, fiesta declarada de Interés Turístico Nacional. 

En ediciones anteriores fueron ejectutados en Coripe personajes tan dispares como Rodrigo Rato, Eva Sannum, Iñaki Urdangarín y el asesino de Marta del Castillo. Insultar a un político en la plaza de un pueblo puede ser calificado de terrorismo, si conviene. Ejecutar a tiros la imagen de otro político es folklore de interés nacional, si conviene. Vuelve Celtiberia Show, aquella memorable sección de Luis Carandell en la revista Triunfo.

No hay discusión y este puede ser el agujero negro de las encuestas, señala Manuel Campo Vidal, periodista de larga trayectoria que ha seguido todas las campañas electorales desde 1977. “El voto oculto puede existir para todos los partidos, aunque parece detectarse más en favor del PSOE, del Partido Popular y muy especialmente de Vox. 

Voto oculto del PP porque duele la corrupción. Del PSOE porque la campaña de acoso ha sido tan cruda para Pedro Sánchez, con más insultos que argumentos, que hay personas que se inclinan por esa opción sin ganas de discutir con su entorno. La crispación mata las conversaciones. Pero la sorpresa puede ser Vox: el gran incendio en la derecha”.

Tiene razón Campo Vidal: la discusión política está muriendo en España, y también en otros países europeos. En Italia, el ministro del Interior, Matteo Salvini, se fotografiaba ayer con un fusil ametrallador en la mano para difundir por internet un mensaje de seguridad ante el evidente agotamiento del Gobierno de cohabitación con el Movimiento 5 Estrellas. Los dos populismos italianos se detestan y no tardarán en romper.

 “Se avecinan las europeas y se lo inventaran todo para frenar a il Capitano [Matteo Salvini], pero estamos armados y llevamos casco”, ha escrito en un tuit el jefe de propaganda de la Liga, Luca Morisi. Una provocación perfectamente estudiada. Al cabo de unas horas, miles de usuarios de las redes sociales calificaban de “fascista” al Capitano. 

Este es el juego que ha instaurado la victoria de Donald Trump. Si Calígula es elegido emperador, diez mil calígulas florecen en las provincias del imperio. Tengámoslo claro: las elecciones del 28 de abril versan sobre la implantación del modelo Calígula en España. Ahora, o dentro de tres o cuatro años.

No hay conversación. Hay monólogos, insultos y escenas. Ese es el futuro que nos aguarda, pero aún hay resistencias en la sociedad. La destrucción de una cultura política no se produce en dos días. Ganará el debate de esta noche el candidato que sepa dirigirse a todo el país, ni que sea por ultima vez.


(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia


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