El discurso tremendista con el que Pablo Casado pretende competir con
Vox, o simplemente porque le sale del alma, constituye un disparate y
un mayúsculo error.
En primer lugar porque el Presidente del PP no dice
la verdad, y porque con esas desmesuradas maneras pierde la razón, si la
tuviera, y se presenta como un político ultra conservador ubicado a la
derecha de Santiago Abascal.
Puede que las malas expectativas electorales del PP y el ascenso de
Vox estén en el origen de estas furias y discursos dantescos de Casado,
quien ayer acusó al presidente Sánchez de seguir la hoja de ruta de ETA
(sic) y antes de ‘alta traición’ a España o de colaboración con el golpe
de Estado catalán.
Pero ese tremendismo de Casado lo azuza su padrino José María Aznar
(el que en la Convención del PP habló del ‘problema existencial de
España’). Y el mismo Aznar que dijo que Abascal era ‘un chico lleno de
cualidades’, que ‘colocó’ a su compañero de FAES, Bardají, como el
ideólogo de Vox, y que no sabe cómo frenar el monstruo que amamantó y se
está comiendo el PP.
Ya conocemos la connivencia de Sánchez con Torra y los peligros que
ello encierra para España y para el PSOE. Pero en España cualquier
alternativa de Gobierno pasa por el centro de la política y ese espacio
Casado se lo está regalando a Albert Rivera y Cs, en menoscabo del PP.
Desenterrar a estas alturas en España el debate del aborto, con el
peregrino argumento de que hacen falta niños para pagar la Seguridad
Social, da una idea muy poco recomendable del nuevo y aguerrido
liderazgo del PP. Sobre todo en un tiempo en el que nuestro país, en
vísperas del juicio del golpe de Estado catalán, necesita firmeza y
serenidad.
Y no un rancio oportunismo pre electoral como el que exhibe Casado y
que nada bueno le aporta al PP. Porque a los votantes del PP que se
fugan hacia Vox se sumarán los votantes del PP que se están marchando a
Cs, mientras Casado sube enfurecido el tono de Vox con el gesto crispado
y anunciando todos los días el fin del mundo, sin que sea verdad.
Y puede que entre las causas de estos últimos alaridos de Casado esté
su deseo de desviar la atención y tapar los varios escándalos de la
corrupción del PP que afectan: a algunos de sus diputados implicados en
la Operación Kitchen, a la financiación ilegal de la campaña de Rajoy en
las elecciones de 2011 y a la presunta fortuna oculta y corrupta de
Zaplana (ahora en libertad provisional) descubierta fuera de España.
En todo caso parece claro que la prioridad para Casado no es competir
con Sánchez sino con Abascal, en la creencia del dicho popular de: ‘el
que más chifle capaor’. Y por mucho que chifle Casado está claro que en
el flanco de la derecha ultra conservadora el que más chifla es Abascal.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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