miércoles, 26 de septiembre de 2018

Sánchez mantiene a la Ministra de Justicia para no convocar elecciones / José Oneto *

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez, en rueda de prensa en Nueva York, donde este jueves  intervendrá en la Asamblea de Naciones Unidas, se ha refugiado en que no admite chantaje de un personaje como el ex comisario Villarejo, actualmente en prisión, para hacer frente a la crisis provocada por la situación de la ministra de Justicia Dolores Delgado, salpicada por el contenido de varios vídeos en los que aparecen en conversaciones comprometidas que afectan a su compañero de gabinete Fernando Grande Marlaska, a jueces y fiscales de la Audiencia Nacional y a temas que le han puesto en tal situación que ayer fue reprobada en el Senado.

Hoy en la sesión de control del Congreso de los Diputados la ministra, más apoyada por sus compañeros de gabinete que ayer en el Senado, donde se vio superada por los acontecimientos en una sesión tensa y bronca, en la que tuvo que oír de todo, ha utilizado, también, el argumento del chantaje para hacer frente a las críticas de la oposición por sus relaciones con el ex comisario Villarejo y por el tono de sus conversaciones en un almuerzo organizado por el ”ex comisario de las cloacas”, con policías y al que ella asistía acompañando al juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón.

Consciente de que, en horas, su situación en el Gobierno había cambiado, la ministra  insistía este miércoles en le sesión de control, en el mismo argumento que ha utilizado el Presidente del Gobierno para no dejarla caer aunque, al margen de lo que ocurra, ella misma es consciente de que se ha abierto una brecha insuperable entre sus compañeros de la Audiencia Nacional, y en el mundo judicial, a la vista del contenido del nuevo vídeo hecho público por el recién creado portal Moncloa.com, en el que insinúa relaciones de jueces y fiscales con menores en una reunión profesional en Cartagena de Indias (Colombia)  “A este gobierno, a esta ministra, nadie, nadie – decía- nos va a chantajear”.

“Este Gobierno -decía Sánchez horas más tarde, utilizando el mismo argumento que la ministra-  no acepta chantajes de nadie. Hemos venido a limpiar, estamos limpiando y vamos a seguir limpiando. Y no deja de ser bastante llamativo que a una persona que ha dedicado más de 20 años al servicio público, no sólo en materias tan sensibles y complejas como la lucha contra el terrorismo yihadista, se le intente a través de grabaciones desprestigiar”. 

Para matizar, cuando se le ha preguntado sobre la postura de su aliado Pablo Iglesias, que ha pedido que la ministra salga de la vida política, porque no se puede tener contactos con las cloacas, el Presidente del Gobierno ha recordado que el que manda es él, que es el que toma las decisiones.

Fuentes socialistas ponen de manifiesto que si Dolores Delgado tira la toallla, la única salida sería la convocatoria de elecciones, algo que el Presidente (a pesar de los buenos datos de las encuestas) no quiere, empeñado como está, en agotar la legislatura a pesar de las dificultades y de la minoría parlamentaria en la que coyunturalmente se apoya. 

Una tercera dimisión en poco más de tres meses sería difícil de defender ante la opinión publica, con lo que se ha decidido aguantar sin saber qué es lo que puede venir. Pero algún mensaje se debe haber enviado directa o indirectamente al comisario, cuando éste, por primera vez, ha hecho público que no pretende presionar al Estado.

El problema de la ministra no es solo haber sido introducida en el círculo de amistades peligrosas del comisario Villarejo, sino sus contradictorias declaraciones, sus hasta cinco versiones distintas de su relación con el ex comisario, que la han costado el puesto a dos directores de comunicación y la imagen que se ha creado de ella en el feminismo y en el mundo judicial como ministra y como Notaria Mayor del Reino.


(*) Periodista y economista


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