Este Primero de Mayo de 2018 puede convertirse en un punto de
inflexión a la baja en el ámbito sindical, en particular, y en el de la
izquierda en general. Las convocatorias de manifestaciones del Primero
de Mayo lanzadas por los sindicatos mayoritarios CC.OO. y UGT no han
tenido un seguimiento similar al de años anteriores porque los
sindicatos han perdido en nuestro país (y en nuestro entorno europeo)
fuerza, presencia e influencia social.
Entre otras cosas porque el negocio digital ha alterado mucho el
mercado laboral, favoreciendo el capítulo de los autónomos, el trabajo
en casa y el empleo con contratos fuera del país por causa de la
globalización.
Además
la irrupción política de los movimientos y partidos populistas en el
sur de Europa (Podemos, 5 Estrellas, Syriza) han restado protagonismo a
los sindicatos y han pasado a ocupar las calles como recientemente se ha
visto en las protestas feministas, de los jubilados, el 15-M (‘rodea el
Congreso’) y también en las manifestaciones de los partidos
soberanistas.
En todo este movimiento social y político los sindicatos han quedado
en un segundo o tercer plano y lejos del foco de la política. E incluso
dañados en Cataluña por su acercamiento a independentismo catalán, lo
que deterioró su imagen en toda España.
Si a este panorama añadimos que los partidos de la izquierda (Podemos
y PSOE, principalmente) han sufrido un notable retroceso en las últimas
citas electorales y en las encuestas sobre los próximos comicios. O que
IU (y el PCE) están a punto de desaparecer por la pérdida de espacio
político y por las deudas, veremos que la crisis de los sindicatos ya
está acompañada en este país de un repliegue electoral de la izquierda
que apenas llega al 38% de los votos, mientras el centro y la derecha
superan el 50%.
Si es cierto que en las próximas elecciones generales se certificará
el final del bipartidismo PP-PSOE de la transición y se dará paso a un
tiempo nuevo (en España y en Europa), tecnológico y global, todo este
maremoto político y social dañará mucho a los sindicatos y sus
macroestructuras, obligándolos a una refundación en profundidad o de lo
contrario desaparecerán.
Por ello no dan miedo ni impresionan las amenazas de más
movilizaciones y protestas sociales que este martes lanzaron en Madrid
los líderes sindicales de CC.OO. y UGT, porque no son ellos quienes
controlan las calles y porque políticamente las vías más pobladas e
influyentes son las digitales con sus poderosas redes sociales que
llegan a todos los rincones del Planeta con suma facilidad.
(*) Periodista
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