Se han cumplido este viernes, 27 de abril, seis meses de la Declaración de Independencia de Catalunya tras
una votación secreta celebrada en el Parlament. Como todo el mundo
sabe, una declaración que no se hizo efectiva y que desembocó a las
pocas horas en el cese del president y del Govern, la supresión de la
autonomía por la vía del 155 y la diáspora del núcleo duro del
independentismo que ha ingresado en prisión o ha escogido el exilio
antes de ir a la cárcel.
Casualmente, aquel 27 de octubre también era
viernes. Entonces se enfilaba un largo y duro invierno y hoy la
primavera ha trastocado no pocos análisis. Algo, sin embargo, no ha
cambiado, políticamente hablando: el independentismo sigue siendo la
fuerza motriz y mayoritaria de la política catalana. Y la única capaz de
formar Govern.
Entre el 1 de octubre -fecha del referéndum- y el 22 de mayo
-fecha límite para la elección de un nuevo president de la Generalitat,
si no habrán nuevas elecciones en Catalunya- habrán pasado 234 días.
Por en medio una represión impensable por su brutalidad, un "paro de
país" inimaginable por su dimensión, un discurso del Rey expulsando a
una parte muy amplia de la sociedad catalana, una orquestada campaña del
Gobierno español de deslocalización de las sedes sociales de las
empresas del Ibex con sede en Catalunya, pronósticos siempre incumplidos
sobre el desastre más absoluto para la economía catalana, la
Declaración de Independencia, unas elecciones convocadas por Mariano Rajoy
y que acabaron con una mayoría absoluta independentista y la
humillación del PP, tres candidatos a president de la Generalitat que el
Estado ha impedido investir, la humillación de la justicia española en
el plano internacional con las euroórdenes en una cierta vía muerta
empezando por Alemania y el ínterin político actual, previo a la
elección de un president provisional y un Govern igualmente provisional.
1-O, 27-O, 21-D y 24-M son las cuatro fechas que han de componer la
nueva figura geométrica de la política catalana. La fidelidad del 1 de
octubre, la soberanía del Parlament el 27 de octubre, el respeto a las
urnas del 21 de diciembre y el 22 de mayo como fecha tope para el nuevo
Govern.
Si las cuatro fechas tienen un hilo conductor y no son elementos
desperdigados, la política catalana que se considera heredera de las
grandes movilizaciones de estos años tiene aún muchas páginas por
escribir.
La política hoy cambia en días y en semanas. El domingo 25 de marzo, cuando el president Puigdemont fue detenido en Alemania,
todo hacía pensar en un final del camino. El 6 de abril era puesto en
libertad y hoy controla el tiempo, el calendario y la agenda de la
política catalana.
Mientras España ha implosionado en su principal
centro de poder, Madrid, la justicia y el Gobierno se han enzarzado en
una batalla sobre la malversación, y el dossier judicial sobre Catalunya
es, a ojos de cada vez más gente, una causa general contra el
independentismo.
Con aciertos y errores el independentismo no es ni una fuerza menor
ni tampoco la imagen de la derrota. Hay partido y el que esté cansado se
ha equivocado de país.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario