Hoy es de aquellos días en que uno no encuentra palabras suaves para denunciar lo que significa el auto del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena que mantiene en prisión provisional a Joaquim Forn, conseller de Interior cesado por el gobierno de Mariano Rajoy
el pasado 28 de octubre y en la cárcel de Estremera desde el 2 de
noviembre. Cuando uno piensa que ya lo ha leído todo, que es una manera
de decir que ya lo ha visto todo, resulta que no es así.
Y el folio
número 13 del auto del juez Llarena fechado en Madrid el 2 de febrero de
2018 hay que leerlo varias veces aunque solo sea para saber si uno
puede llegar a alguna conclusión que deje algún resquicio lógico de que
lo que se pone allí por escrito no es otra cosa que lo que
correspondería a un preso político en la cárcel por su ideología.
Dice así: "El investigado [Joaquim Forn] mantiene lógicamente su
ideario soberanista. Su ideología coexiste además con un contexto
político en el que no hay certeza de que haya desaparecido la intención
de alcanzar la independencia de Catalunya, existiendo todavía sectores
que defienden explícitamente que debe conseguirse de manera inmediata y
perseverando en el mecanismo de secesión contrario a las normas penales
que aquí se enjuicia".
El juez del Supremo se pregunta cómo debe
evaluarse cuál es la verdadera voluntad del investigado, "por más que
ahora afirme que rechaza cualquier actuación ilegal, hasta el punto de
asegurar que renuncia a su escaño por temor a que su grupo parlamentario
le impulse a hacer lo contrario". No alberga duda alguna Pablo Llarena
de que "no puede soslayarse que sus manifestaciones pueden responder
únicamente a su aspiración de eludir la prisión" Y, en consecuencia,
"la evaluación de su intención real exige unos marcadores más estables
que su propio discurso".
Y sobretodo, el final: "Si contemplamos la incerteza que existe de
que la voluntad política mayoritaria sea respetar el orden legal para
lograr la aspiración de independencia que aún hoy
comparte el investigado y si evaluamos la todavía cercana determinación
con la que el investigado condujo su grave actuación delictiva, debe
concluirse que persiste el riesgo de reiteración delictiva ..."
Se
mantiene así la prisión provisional, comunicada y sin fianza a un
hombre bueno, honesto y honorable. Tres adjetivos que ningún auto
judicial podrá quitarle en esta caza de brujas en que se ha instalado la justicia española en su firme voluntad de que el escarmiento al independentismo sea lo más generalizado posible.
A medida que pasan los días, nadie pone en duda que no eran solo
palabras aquellas advertencias de la Moncloa de que una generación
política al frente de las instituciones iba a ser descabezada y que bajo
ningún concepto habría retorno posible. Que la prisión no era una cosa pasajera,
fuera cual fuera el comportamiento de aquellos que hoy están
injustamente privados de libertad. O de los que lo estarán en el futuro.
Y ministros de Justicia adelantando decisiones de jueces, políticos del
PP comentando en off the record que el president del Parlament
debe pensar sus decisiones políticas porque tiene dos hijos y presuntos
diarios señalando a periodistas en lugar de hacer periodismo. ¿Año?
2018.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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