Se han cumplido este sábado seis meses de los atentados yihadistas
del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils en los que perdieron la vida
quince personas y que lamentablemente han marcado durante este tiempo la
vida política y económica de Catalunya.
Una masacre terrorista de la
que desconocemos casi todo, ya que al poco tiempo del éxito policial de
los Mossos se inició contra el cuerpo la campaña de descrédito más
despiadada que ha padecido nunca un cuerpo policial.
Lo cierto es que el
mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, fue desposeído del
mando por la actuación del cuerpo en el referéndum del 1 de octubre, el
conseller d'Interior, Joaquim Forn, permanece en prisión y la policía
catalana tiene una dependencia jerárquica del Ministerio del Interior.
No han prosperado las comisiones de investigación ni en el Congreso
de los Diputados ni en el Parlament y la oscuridad más absoluta se
cierne sobre uno de los principales interrogantes de aquel 17 de agosto:
¿cuál era la relación entre el imán de Ripoll, Abdelbaki es Satty y el
CNI? ¿Era confidente del CNI cuando se produjeron los atentados? ¿Se
hubieran podido evitar si los servicios de seguridad del Estado hubieran
informado a la policía catalana de la condición del imán de Ripoll?
Lo más llamativo del caso es que todas estas preguntas parecen no
interesar a nadie. Solo al independentismo catalán, que ha planteado con
poco éxito en las Cámaras preguntas parlamentarias. ¿Cómo es posible
que ni Ciudadanos ni el PSOE quieran saber la verdad? Este muro de
silencio político lo único que hace es sembrar de dudas la actuación del
Ministerio del Interior y del CNI.
La pérdida de vidas humanas y la
enorme conmoción que se produjo en toda Catalunya obligan a todos a
esclarecer la verdad. Cuando se cometieron los atentados de marzo de
2004 en Madrid no había espacio de la vida pública, política, mediática e
intelectual que estuviera en la órbita del Partido Popular que no
abogara por descubrir la verdad.
¿Por qué ahora es mejor el silencio que la verdad? No deberíamos conformarnos con esta respuesta.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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