miércoles, 17 de enero de 2018

El ministro de Economía alaba la salud de Caja Murcia pese a recibir BMN 1.845 millones de ayudas / José Hervás *

No ha sido la mejor in­ter­ven­ción par­la­men­taria del mi­nistro de Economía, Luis de Guindos. Ha lle­gado a que­jarse de que ya ha com­pa­re­cido en 22 oca­siones en el Congreso de los Diputados y en 7 oca­siones para ha­blar de la cri­sis. 

Ha men­cio­nado que des­pués de seis años como mi­nistro llega el can­san­cio. La crisis más grave de nuestra his­toria con­tem­po­rá­nea, como él mismo ha re­co­no­cido, exigía una in­ter­ven­ción mejor pre­pa­rada, aunque ha con­fe­sado que el tiempo de los mi­nis­tros es li­mi­tado, como asu­miendo que las otras ta­reas no se lo han per­mi­tido. 

Su comparecencia parecía débilmente preparada ante diputados con el colmillo torcido. Tras 33 comparecientes, los miembros de la comisión tienen ya muchos datos, informes e incluso confidencia, que De Guindos no ha sabido contrarrestar.

Las intervenciones que más le han irritado en esta ocasión han sido las del portavoz socialista Pedro Saura. En su respuesta ha llegado a levantar la voz. No le habían gustado ninguna de las dos breves intervenciones que ha tenido el diputado por Murcia. Y eso que las limitaciones de tiempo para los interpelantes, limitaciones que se han autoimpuesto los grupos parlamentarios no permiten profundizar en las cuestiones, ¡Qué pena!

Menos mal que la presidenta de la Comisión, Ana Oramas, ejerciendo su función de manera impecable y creativa, les deja sobrepasar el tiempo que ellos mismos se han impuesto. De ser más estricta todavía nos quedarían más lagunas sobre lo mucho que quieren debatir y la limitación de tiempo se lo impide. No debería ser así en una comisión que, hay que repetir, investiga la crisis financiera más profunda de nuestra historia.

A Guindos no le ha gustado que le pregunten por su inmerso error de declarar al Financial Times el 4 de enero de 2012, semanas antes de tener preparadas las medidas para tratar de sanear el sector, que la banca española necesitaba 50.000 millones de euros para cubrir los activos tóxicos de su cartera. Hundió la bolsa.

La declaración provocó una desconfianza de los inversores internacionales en el sector y agravó las dudas sobre la capacidad de España para salir adelante sin un rescate internacional.

No le ha gustado que Pedro Saura le recriminara que la prueba del nueve de la equivocación de su declaración fue la necesidad posterior del rescate bancario.

Tampoco le ha gustado al titular de Economía e Industria que le recordara que el 23 de abril, poco antes de la firma del memorando de acuerdo con las instituciones internacionales para ese rescate, Guindos dijera que no íbamos a pedirlo. Según el portavoz socialista o hubo incompetencia o hubo engaño.

Ha dejado sin respuesta a una de los interrogantes que ya lanzó Rodrigo Rato y Saura quiere saber la respuesta. ¿Por qué se reunió en tres ocasiones con los presidentes de las tres primeras entidades financieras españolas para tomar una decisión tan importante sobre el sistema financiero español, como destituir a su presidente, nacionalizar la entidad, y nombrar al nuevo presidente sin la presencia del Gobernador del Banco de España? El Gobernador representas la autoridad del Estado en esta materia y no tiene fácil explicación esta decisión.

Tampoco le ha gustado a Guindos que le recordara que tuvo que acudir al juez a matizar su declaración inicial sobre estas reuniones. En la primera ocasión hizo una determinada declaración, que tras conocer que los banqueros habían confirmado al juez que en esas reuniones se habló de Bankia, Guindos tuvo que rectificar la primera y asentir que él también había hablado del caso.

Ha conseguido el diputado por Murcia además que Guindos tenga que explicar que Caja Murcia, de donde fue consejero el ministro por su amistad con el presidente de la entidad, Carlos Egea, era una de las cajas saneada y muy bien gestionada, pese a haber necesitado 1.845 millones de euros para su saneamiento.

Guindos ha justificado las ayudas porque las entidades que estaban mal eran las otras entidades con las que se fusionaron. Incluso ha puesto el ejemplo de la indignación con la que conoció el consejo del nuevo grupo las indemnizaciones que se había concedido la cúpula de una de las cajas a la que denunciaron ante los tribunales.

La cuestión sobre su papel en la crisis ha quedado tan poco clara que ya han pedido una nueva comparecencia del exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez para tratar de verificar lo que ha sucedido. Sobre todo en Bankia.

Por qué Guindos alardea de su actuación y de la reformulación de la cuestas de Bankia y Ordóñez, en cambio, en su comparecencia en el Senado declaró que esta reformulación, ya con el actual presidente de la entidad, fue irregular, ilegal.

Quieren saber su opinión de por qué ninguna auditoría recogió ni anomalía, ni párrafos de énfasis en las cajas quebradas.

Son solo algunas de las lagunas de una deficiente comparecencia, con la que De Guindos ha celebrado su cumpleaños. Seguro que habrá que volver sobre el caso. Pero las incógnitas que dejan las comparecencias de Rato, Solbes, Salgado y Guindos son muy importantes.

La extremadamente conciliadora portavoz del PNV en la Comisión de investigación de la crisis, Idoia Sagastizabal, ante tanto escurrir el bulto, se ha visto en la obligación de recriminar al ministro que nadie asuma responsabilidades.

Para Sagastizabal, la crisis es el resultado de decisiones que se adoptaron en su momento y que alguien tiene que asumir pues la falta de actuación de los reguladores nos llevó al borde del precipicio.


(*) Periodista

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