domingo, 7 de enero de 2018

El gran robo del siglo / Ramón Cotarelo *

El robo del siglo y del país. Y en más de un sentido.

Es una convicción generalizada: los que venían a gestionar bien, con sentido común, sin gastar más de lo que tenemos, a acabar con el paro en dos años, han destruido, han esquilmado el país. Han descapitalizado todos los servicios públicos, reducido los salarios a la miseria, recortado o suprimido todo tipo de subsidios, arruinado la I+D y expoliado el fondo de reserva de la seguridad social. Y han creado una deuda pública billonaria que habrán de pagar las generaciones futuras.

Un crimen. Perpetrado por una mezcla de incompetencia y corrupción y, la verdad, no se sabe cuál será mayor. Porque sinvergüenzas son un rato largo (mil imputados, se dice pronto), pero estúpidos, aun más. Basta con oírlos hablar, empezando por el presidente de los sobresueldos, que no sabe ni en qué año vive. 

Un crimen palmario, público, evidente, trufado de verdaderas afrentas a la dignidad (y los bolsillos) de la ciudadanía, como los rescates bancarios o el hecho de que Urdangarin y Rato anden por ahí mientras Junqueras y otros están en la cárcel. Paladino, notorio, humillante. Tanto que ya está saltando a los medios internacionales como lo que es, un gobierno de una asociación de presuntos delincuentes (vulgo mafia) .

Claro que no es la resonancia internacional de la corrupción lo que preocupa al gobierno. Si es capaz de censurar y manipular la información interior, más podrá hacerlo con la exterior. Lo que le preocupa es la solidez del apoyo judicial a su política represiva en Cataluña. Represiva y provocadora pues, valiéndose del 155, busca impedir el normal desarrollo de la política institucional catalana a base de torpedear el cumplimiento del resultado de las elecciones del 21D, como se le exige en la UE. 
 
Lo que le preocupa es hasta qué punto en Europa se aceptará la excusa judicial para sancionar un estado de excepción que ni hay modo de justificar ni tiene expectativa alguna de viabilidad. En qué medida Europa no relacionará el conocimiento de la corrupción en España, la falta de independencia judicial que denuncian el Consejo de Europa y la Comisión Europa con un procedimiento judicial que tiene caracteres de "justicia política", incluso inquisitoriales.

Si de lo que se trata es de hacer, como dice el abogado de Junqueras, una causa general contra el independentismo, conviene que los estrategas de la derecha piensen en la eventualidad de tener que ampliar la causa a los más de dos millones de votantes de partidos independentistas. 

Para encontrar una cortina de humo capaz de ocultar la catástrofe que han organizado a fuer de incompetentes y ladrones van a necesitar algo más que partir el país que heredaron de sus padres.
 
 
 
 
Richard R. Weiner & Iván López (2017) Los indignados: Tides of Social Insertion in Spain Washington/Winchester: Zero books, (217 págs)
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Recordarán los lectores que, a principios de diciembre pasado, Palinuro daba cuenta de la publicación de la obra de teatro de Marcel Vilarós, titulada Mi abuelo fue a Cuba. Además de asignarme el ocasional papel (los grandes actores tenemos siempre comienzos modestos) Marcel me pidió un prólogo, que aparece antes de la obra con el título de Menos se perdió en Cuba.

De prólogos a postfacios, la vida es un balancín. Los profesores Weiner y López han publicado un interesante trabajo de investigación y reflexión sobre el fenómeno de los indignados que tanta alharaca mediática suscitó en los primeros cinco años de la crisis y su deriva político-institucional posterior de Podemos y sus confluencias. Para acabar de arreglarlo tuvieron la caritativa idea de honrarme pidiéndome unas líneas que figuran como "Afterword" en el texto.

El libro tiene muchos méritos. Enumerarlos haría interminable la reseña y no en todos los casos con la debida justicia. Es un trabajo académico, claramente expuesto y bien apoyado en fuentes empíricas, estadísticas y doctrinales. Pero, al mismo tiempo, es un ensayo elegantemente escrito, con capítulos de longitud muy desigual como desiguales son las cosas en la vida y en un estilo fresco y original. Es una rendición de cuentas de una cultura política desde dentro y fuera de ella, desde las perspectivas emic y etic de los antropólogos.

Weiner y López son ellos mismos indignados, se sienten indignados y, al mismo tiempo, son optimistas al considerar que el movimiento lleva a una potencialidad y realidad (especialmente en el ámbito municipal) de cambio emancipatorio por medios nuevos. Su conclusión está contenida en el título : mareas de inserción social en España. Reténgase el complemento circunstancial de lugar, España, pues es importante. Al fin y al cabo la idea de indignarse nace en Francia pero toma cuerpo en España. Un poco al modo en que, según Heine, la filosofía alemana soñaba con la revolución que los franceses hacían.

La idea y esperanza de los autores es que el movimiento indignados es una forma única, original, rizomática de reinserción social de una generación de marginados, desplazados y privados de futuro. A este extremo se ha llegado por la diabólica conjunción de una crisis económica que ha doblegado a los Estados como instituciones soberanas, haciéndolos incapaces de garantizar una gobernanza justa y un trastorno sociodemográfico sin precedentes en cuanto a esperanza de vida, robotización el trabajo y restricción del empleo.

Junto a Deleuze se recurre asimismo a Gorz por lo de la desaparición de la clase, que era un viejo y seguro mecanismo de integración. Junto a estas dos, el discurso de los autores tiene fuertes apoyos doctrinales en Lipset, Luhmann, Habermas, Turaine, etc., en un arco que va desde la primera "crisis de legitimidad" hasta las formulaciones de sociedades postcapitalistas, desde las elaboraciones teóricas de otro mundo es posible a la aplicación práctica de las plataformas antidesahucios, en fuerte hermandad de espíritu con el municipalismo del movimiento.

Los autores incluyen una especie de tabla cronológica de la evolución que estudian desde febrero de 2009 (formación de la PAH ) hasta el 3 de junio de 2016, lo que no obsta para que analicen el resultado de las elecciones del 26 de junio de ese año. La narrativa tiene una ruptura en 2014. Hasta entonces, se habla, considera e investiga a los indignados; desde entonces, el foco se pone en el desarrollo de Podemos y sus confluencias. La primera parte señala el movimiento Indignados como asambleario, rizomático, democrático, abierto, grass roots, desvertebrado, sin jerarquía, espontáneo y español. 
 
 A este respecto, en un apartado relativo a la crisis del Estado de la Transición, los autores, dejan caer una observación, claramente dirigida a orientar a los lectores extranjeros que dice: For centuries, Spain scarcely developed a democratic culture (p. 47). Este es el sentido profundo de la determinación circunstancial de lugar antes señalada. Sobre el fondo de la resignada afirmación ha de entenderse la alegría, casi regeneracionista, con que los autores saludan y analizan el surgimiento de Podemos, y sus confluencias, surgidas según este avanzaba, al modo en que los seres humanos nacen de la tierra al paso de Cadmo tirando los huesos de su madre.

Para valernos de Luhmann, Podemos traía una promesa de poner en contacto dos sistemas que se habían distanciado, el político y el social, haciéndolo en el terreno que el sociólogo alemán considera coextensivo de la acción social: la comunicación. Es muy de resaltar cómo Podemos se crea un espacio mediático propio y prestado, novedoso, que posibilita esa comunicación entre los sistemas. La reiterada firmación de Iglesias acerca de la política bifronte de Podemos, en las instituciones y en la calle, bien claro lo deja. Hacia la calle, ruptura de la razón de Estado; hacia el Parlamento, la voz del pueblo. ¿O es una visión excesivamente radical?

Los autores dedican la segunda parte al análisis de Podemos como formación política, surgida de los "iracundos nietos del segundo aburguesamiento" (p. 69). Presionados por la precariedad, léase precariado, de Guy Standing (p. 103) que nos explica el carácter de movimientos anti-neoliberales estos "nietos" organizan partidos políticos alternativos. Podemos. El estudio de la organización incluye su estructura interna, sus tendencias, sus relaciones con los medios, su electorado, etc. y los sitúa luego sobre tres grandes fondos electorales: las elecciones locales de mayo de 2015 y las generales del 20 de diciembre de 2015 y 26 de junio de 2016.

Las municipales (y autonómicas) desplegaron una amplia variedad organizativa local que se articuló en las famosas confluencias. Un tratamiento específico de este asunto que tuviera en cuenta factores diversos como los distintos nacionalismos y/o peculiaridades locales requeriría otro libro. Señalada queda la importancia de las confluencias en la estructura de Podemos y la cuestión de hasta qué punto sean compatibles.

Las generales presentan otro cariz. Juegan consideraciones de gran política, alianzas, coaliciones de gobierno, mociones de censura, investiduras, la política institucional como vértigo. Sorpasso, conflicto interno en el PSOE, impacto de C's en el PP, todo este batiburrillo, acompañado de la presión lateral del independentismo catalán, cada vez más dominante, se resolverá (es un decir) a raíz de las elecciones de nuevo generales de 26 de junio. Los autores registran el fracaso del Sorpasso como determinante de la estrategia de Podemos, que pierde más de un millón de votos con su unión con IU en Unidos Podemos (p. 174).

A la espera de la evolución posterior, no hay inconveniente en saludar la fórmula propuesta por los autores de Podemos como un partido-movimiento, yéndose a buscar inspiración para ello al alma de varios movimientos partidos latinoamericanos, lo que traza el pedigrí del concepto laclaviano de "significantes vacíos" (p. 166).

Insisto en la claridad expositiva, muy útil para tema tan abigarrado. Y la audacia con que quedan planteados los dos temas cruciales a la hora de analizar conjuntamente los Indignados y Podemos: a) hasta qué punto llega esta conexión entre movimiento y partido y si Podemos es el representante, el albacea o el tapón del movimiento; b) hasta qué punto es compatible una estructura de partido con las confluencias y, especialmente, con una realidad tan inestable y cambiante como la política municipal, en un país que reverbera de "ciudades rebeldes" (p. 25), interesante concepto de David Harvey que me propongo investigar.

 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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