TARRAGONA.- No habrá paz para el Delta de l’Ebre. El principal humedal de Cataluña
encadena sustos al ritmo al que se suceden las incursiones de especies
invasoras. El cangrejo azul es el último en tratar de adueñarse de la badía de los Alfaques.
El crustáceo se reproduce a toda velocidad y solo se vislumbra un freno
para evitar su expansión: los cocineros lo persiguen por sus buenas
propiedades gastronómicas, según revela El País.
Se cumplen cinco años de la primera vez que los pescadores del Delta capturaron un ejemplar de cangrejo azul (Callinectes sapidus).
El crustáceo, que puede llegar a tener hasta un kilo de peso, es muy
vistoso porque tiene un característico veteado azulón en sus
extremidades. Lo que entonces fue considerado un hallazgo extravagante
ha dado lugar a una plaga que ha derivado, también, en negocio.
“Al
principio se vendía a dos euros el kilo en la lonja; ahora va a 10 euros
el kilo”, cuenta Carmen, propietaria de una pescadería en el mercado
municipal de Sant Carles de la Ràpita (Montsià). Estos días el cangrejo
azul cotiza en la pescadería a 12 euros el kilo.
Fueron los propios pescadores los que presionaron para introducir
este producto en la subasta de la lonja. A medida que los restaurantes
de la zona han ido popularizando el uso del cangrejo azul se ha
extendido su fama de óptimo condimento culinario.
Su sabor es gustoso y
se ha convertido en un magnífico aliado para aliñar arroces y
calderetas. En todo el año 2016 se vendieron alrededor de 1.000 kilos de
cangrejo azul. En 2017, la comercialización se disparó y se
comercializaron 1.000 kilos al mes de este crustáceo.
La especie es originaria de la costa atlántica americana pero consta
su introducción en el litoral occidental de Francia a principios del
siglo XX. También es un veterano inquilino de las playas del Mar del
Norte, en Dinamarca, Holanda, Bélgica y Alemania.
En el mediterráneo español, aunque su llegada ha sido posterior, la
expansión se prevé imparable. El Instituto de Ciencias del Mar
(ICM-CSIC) calcula que ya está presente en toda la franja litoral que
abarca desde Murcia hasta el norte de la costa de Tarragona.
A
diferencia de lo que sucede con el caracol manzana, la gran especie
invasora que coloniza el Delta de l’Ebre pese a no tener capacidad
motora, el cangrejo azul sí se moviliza de manera autónoma. En este
contexto, la alta capacidad reproductora y su voraz apetito lo
convierten en una maldición para la fauna autóctona, como por ejemplo el
mejillón.
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