El miedo a la prisión ha quebrado el bloque independentista y ha
dejado solo a Puigdemont con su lunática idea de gobernar Cataluña por
vía telemática o, en su defecto, a través de un hombre de paja con boca
de ganso. El denostado plasma pero llevado a su paroxismo, esta vez vía
Skype.
El miedo a dar la cara tras el vapuleo a Podemos en
Cataluña ha mantenido fuera de todo foco durante tres semanas a Pablo
Iglesias, que al elegir la calle de en medio entre el constitucionalismo
y el independentismo llevó a su partido hasta un callejón de difícil
salida en el conjunto del país.
El miedo a un ‘sorpasso’ nacional
de Ciudadanos entre los barones del PP ha provocado una cita, mañana en
Génova, para fijar un plan de reactivación que detenga la hemorrágica
herida infringida en las elecciones catalanas antes de que infecte a
todo el cuerpo electoral.
A ese encuentro llegan los dirigentes
populares sin hacer autocrítica y con el pavor en el cuerpo por la
primera encuesta que sitúa a Ciudadanos por encima del PP en intención
de voto. Y del PSOE de Pedro Sánchez, que a la vista de las catalanas y
los nuevos sondeos, temeroso, ya no reclama a Rajoy un adelanto
electoral.
Y es el miedo a que al mordisco electoral de C's se
sume el de la formación de Alberto Garre lo que ha provocado, en buena
parte, que el presidente López Miras anunciara esta semana una rebaja
del IRPF con casi un año de antelación de su hipotética entrada en
vigor. Excepto para Ciudadanos, que vive su momento más dulce, el
panorama político secreta todo tipo de hormonas del miedo en vísperas de
unas elecciones autonómicas y municipales que están a la vuelta de la
esquina.
Dieciséis meses son un suspiro en términos políticos.
Especialmente en una región como la nuestra donde los liderazgos
políticos son más líquidos que sólidos y todo indica que nos encaminamos
a una fragmentación aún mayor del arco parlamentario. La posibilidad
real de que el PP pierda el poder (por el desgaste de tantos años de
gobierno, no pocos errores de bulto, la circunscripción electoral única y
el posterior proceso de alianzas) ha llevado a quien será su candidato
autonómico a apostar fuerte con el anuncio de esa rebaja del tramo
autonómico del IRPF.
Una reducción fiscal, en línea con la bonificación
del 99% del impuesto de sucesiones y donaciones, que está en consonancia
con el ideario liberal en lo económico que Pedro Antonio Sánchez y
ahora López Miras querían imprimir para dinamizar la economía, ahora que
crece por encima del 2%, y recuperar de paso, así, el afecto de las
clases medias de cara a las urnas.
Pero no deja de ser una medida de
alto riesgo y polémica porque la Región sigue necesitada de ingresos en
sus arcas públicas y va a ser la única comunidad autónoma que incumplirá
el objetivo de déficit en 2017. Un año más, el Tribunal de Cuentas nos
acaba de recordar cómo fue necesario en 2015 aportar más de 400 millones
adicionales a los presupuestados para mantener las prestaciones del
Servicio Murciano de Salud.
Es verdad que buena parte de la
infrafinanciación estatal procede del injusto modelo autonómico, y que
existe una promesa política de reparar esa injusticia para con la Región
a lo largo de este año, pero a día de hoy ni están aprobados los
Presupuestos Generales del Estado de 2018 ni hay garantías de que el
nuevo sistema autonómico de financiación se apruebe en cuestión de
meses.
Tampoco de que el Gobierno central acepte la propuesta de
mutualizar la deuda de la Región derivada del fondo de liquidez
autonómica. Y, entretanto, no serán pocas las comunidades que en el
proceso de negociación del nuevo modelo echarán en cara al ministro
Montoro que la región que más incumple los objetivos de estabilidad
presupuestaria vuelve a bajar los impuestos.
Si esta apuesta
política le sale bien y la rebaja del IRPF no queda en un recorte
testimonial para el bolsillo de todos los murcianos, Miras dispondrá de
una baza electoral importante porque prácticamente coincidirá la entrada
en vigor de la reforma fiscal con la llamada a las urnas. Si, por el
contrario, el presidente no cumple con las expectativas anunciadas, el
batacazo será monumental.
Cuentan en San Esteban que la propuesta del
IRPF tiene el visto bueno de Rajoy (no sería de extrañar que entre las
medidas que el PPnacional ponga sobre la mesa haya una reducción de
impuestos), pero lo cierto es que hasta que no se aprueben los
Presupuestos Generales del Estado todas las comunidades autónomas van a
tener una merma mensual en sus ingresos.
Y eso aumentará el riesgo de
incrementar la morosidad de la administración regional en el pago a sus
empresas proveedoras, lo que en nada ayudará a la dinamización
económica. Al contrario.
López Miras ha precipitado su anuncio de
manera plenamente consciente. Reconoció que aún no se han hecho los
estudios necesarios para saber cuándo y cuánto se reducirá el IRPF.
Pedro Antonio Sánchez anticipó con meses de antelación que suprimiría el
impuesto de sucesiones y López Miras cumplió después con ese
compromiso. Por tanto, si se hizo con anterioridad, esta nueva promesa
fiscal puede volver a concretarse.
Pero esta vez el objetivo es mucho
más comprometido porque el Gobierno regional actuará sobre el tramo
autonómico de un impuesto estatal que puede sufrir variaciones en
Madrid, bien por decisión política del Gobierno central antes de las
elecciones o bien durante la negociación del modelo de financiación
autonómica. Precisamente, una de las hipótesis sobre la mesa apunta a
una mayor cesión de lo recaudado por IVA e IRPF a las comunidades
autónomas.
De ahí que el objetivo político marcado por el presidente
regional sea mucho más complicado que la eliminación del impuesto de
sucesiones y donaciones. Miras sabe que tiene poco tiempo para
consolidarse y ha decidido jugar fuerte, intentando marcar agenda
política desde el arranque del año.
Esta es, de hecho, su primera
apuesta personal de cierta entidad. Ocurre que el riesgo de una decisión
equivocada o precipitada no solo afecta al futuro político de quien hoy
está al volante de la Comunidad, sino al conjunto de la sociedad
murciana. Es de esperar que esté suficientemente meditada. Lo contrario
sería para echarse a temblar.
(*) Periodista y director de La Verdad
http://www.laverdad.es/murcia/miedo-escenico-20180114071843-nt.html
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