viernes, 5 de enero de 2018

Corazón versus razón / Adrián Ángel Viudes *

“El corazón tiene razones que la razón no entiende”.

El jueves 21 los catalanes acudieron masivamente a las urnas para decidir el futuro de su Región. Con absoluta normalidad, sin un solo incidente, a pesar de ser el gobierno de España el que había convocado los comicios, los catalanes se volcaron batiendo el record absoluto de participación de todas las elecciones celebradas.

Arrimadas, esa chica culta, valiente, preparada, veraz buena oradora, españolista y constitucionalista, se alzó con la victoria incuestionable; su partido, Ciudadanos, ganó por la mano a la antigua Convergencia y a Esquerra, aunque sus merecidos treinta y siete escaños no le permiten gobernar en solitario lejos de los sesenta y ocho de la mayoría absoluta.

El socialismo de Iceta no consigue despegar, Podemos y los anticapitalistas de la CUP pierden un montón de escaños; y los populares son expulsados de Cataluña; sus exiguos tres diputados no les permiten, ni siquiera, formar grupo parlamentario, tendrán que conformarse con compartir con los anticapitalistas independentistas las gélidas estancias del Grupo Mixto.

Esta es la radiografía del resultado electoral.

Intento ahora utilizar la razón para tratar de explicarme como un pueblo que se ha caracterizado por siglos de sentido común, laboriosidad y buenas maneras, presta su confianza, de forma mayoritaria, a aquellos pésimos gestores, derrochadores en grado sumo, que insensatamente, con sus perversos objetivos, sin hoja alguna de ruta, han provocado la mayor crisis social y económica que Cataluña ha vivido. Y por más que me empeño no alcanzo a vislumbrar una sola razón

Vuelvo al principio “El corazón tiene razones que la razón no entiende” vano empeño por tanto en aplicar conceptos racionales a lo que no es otra cosa que un rapto de pasión. Cientos de miles de catalanes han votado con el corazón y eso puede ser para ellos y para su Región amada malo, muy malo, pero debe ser comprendido.

¿Es acaso razonable que un marido, o una mujer, pongan en peligro un hogar, la felicidad de sus hijos, su estatus social, en pos de una aventura infiel?. ¿Razona quien teniendo una sólida profesión, un bienestar económico, lo tire todo por la borda y se corrompa para incrementar su pingüe patrimonio?. ¿Es razonable que los ingleses gozando de una posición de liderazgo en Europa voten por abandonar el común, y decidan emprender la aventura en solitario sabiendo el enorme riesgo que ello comporta?. 
 
Como podemos explicar que Pedro, Juan, Santiago abandonaran sus barcas de pesca, su familia, su pueblo, y fueran en pos de un iluminado y desconocido nazareno?. Cada uno de ustedes queridos lectores podría añadir algún ejemplo en el que el corazón haya primado sobre la razón, y aseguro que en la mayoría de los casos no encontraríamos motivo que lo justificara.

¿Y ahora que?, nos preguntamos muchos de nosotros, incluso muchos catalanes. No van a tenerlo fácil los independentistas para formar gobierno, las relaciones entre el fugado Puigdemont y el encarcelado Junqueras son manifiestamente mejorables, y a los de Esquerra no les apetece lo más mínimo encumbrar al prófugo. De otra parte, sin el voto de los anticapitalistas de la CUP, no consiguen la ansiada mayoría absoluta, y estos ya sabemos como se la gastan, cuales son sus pretensiones, y de que manera las exigen.

Doña Inés, al ser líder del partido más votado tiene perfecto derecho a intentar formar gobierno, pero los números no le cuadran. Debe por tanto esperar por si hay despelleje independentista, y mientras tanto luchar por la presidencia del parlamento desde su posición de partido más votado

La posibilidad de unas nuevas elecciones no es desechable a tenor del galimatías actual.

No debo terminar sin dedicarle un párrafo al Partido Popular y a sus dos líderes don Mariano y doña Soraya. Albiol desperdició la ocasión para dimitir esa misma noche y que no se le notara el despecho que sentía hacia Ciudadanos; y Mariano y Soraya deben dimitir en breve ante el fracaso de su política catalana y antes que la marea naranja los sepulte. Solo con una refundación el caduco PP podría salvar los muebles y volver a ser el partido que un día suscitó la esperanza de la mayoría de los españoles.


(*) Ex presidente de la CHS y de la Autoridad Portuaria de Cartagena


(Publicado hoy en el diario La Verdad)

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