El Presidente del Gobierno no está bien ni política ni
psicológicamente, y de un tiempo a esta parte se le va la cabeza, se
olvida de los nombres de los primeros protagonistas de la actualidad y
no sabe en qué año vivimos.
Rajoy no está bien y no quiere adelantar las
elecciones, ni tampoco hacer cambios en el Gobierno que ha gestionado
desastrosamente la crisis catalana y nada de dimitir, aunque candidatos
hay para su sucesión y entre ellos su amiga y paisana presidenta del
Congreso, Ana Pastor.
En su última aparición política en 2017, en la inauguración de un
puente en Rande (Pontevedra), Rajoy acabó deseando lo mejor a todos los
españoles ‘para el año 2016’. Es decir se metió en el túnel del tiempo y
nos quitó dos años por arte de magia, porque está claro que en su
subconsciente 2017 no existió.
Este ‘lapsus’ de Rajoy tiene un precedente no lejano cuando, en las
puertas de la Casa Blanca y en compañía del presidente Donald Trump,
Rajoy llamó a Trump reiteradas veces en el muy particular idioma anglo
español de don Mariano: ‘señor Trun’ o señor ‘Tran’.
Y al presidente
Maduro de Venezuela lo tildó Rajoy de ‘Nicolás Madero’. Y termino el
Presidente español su discurso diciendo a los periodistas allí
congregados que no se celebraría referéndum secesionista el 1-O en
Cataluña porque los impulsores carecían ‘de urnas y papeletas’ (sic).
Y Rajoy se quedó tan pancho y sin que nadie de su comitiva le
propusiera una visita a un ambulatorio o servicio de urgencias de un hospital allí en Washington, aunque imaginamos que en la Casa Blanca
alguien levantó un acta sobre todo lo ocurrido, que a buen seguro
preocupó al Departamento de Estado, aunque no a Trump que es un artista
diciendo machadas ante los medios y en su cuenta de Twitter.
Está claro que 2016 fue un año excelente para Rajoy porque ganó otra
vez las elecciones de 2016 y por fin fue investido presidente gracias
sobre todo a las abstención del PSOE.
Y todo ello gracias a un burdo golpe de mano donde, a instancias de
Rajoy y vía Soraya, la cúpula de los ‘templarios’ guardianes del Santo
Grial del Régimen de la Transición, Felipe González, Juan Luis Cebrián,
el emérito Rey Juan Carlos I (que ahora cumple 80 años) y un destacado
dirigente del Ibex 35 -de cuyo nombre no quiero, por ahora, acordarme-,
se organizó en el seno del PSOE y con ayuda de El País la operación de
derribo de Pedro Sánchez en el famoso Comité Federal del 1 de octubre de
2016 -‘los idus de Octubre’, según José Borrell-, donde Sánchez
dimitió. Aunque luego se tomó su revancha en las primarias de 2017
frente a Susana Díaz, la tapada del IBEX y González.
Esa investidura de Rajoy fue su último triunfo político, y a partir
de ahí y de especial manera en Cataluña todo se desarrolló muy mal. Y
puede que con algún problema psicológico de por medio, visto su brindis
por el año 2016 en el puente de Rande, acompañado por Nuñez Feijoo su
presunto sucesor en el PP, y por Ana Pastor -que también tiene
ambiciones, y es la ‘tapada’- que durante muchos años fue el discreto
médico personal de Rajoy.
Un Presidente que puede que a punto estuvo por saltar por la baranda
del puente de Rande y a quien, además de Puigdemont, le sigue quitando
el sueño Barcenas y los juicios sobre la financiación irregular del PP
que en 2018 llegarán a su final si no hay nuevas incidencias judiciales.
Como las que teme Rajoy si es que alguien le vuelve a llamar a
declarar, a pesar de que el ministro Catalá ya hizo una ‘limpia
oportuna’ de magistrados en la Audiencia Nacional.
Nos preocupa el estado de ánimo de Rajoy y de su vicepresidenta
Soraya, de la que se cuenta que va de luto y como alma en pena por los
pasillos de La Moncloa porque varios ministros y dirigentes del PP la
señalan como la autora del desastre político catalán, llegando muy tarde
al 155 y demasiado pronto a las elecciones del 21-D.
En fin, veremos si Pastor le receta a su amigo Mariano unas píldoras
para rehacer el ánimo y controlar la lengua -‘amanece es España’ fijo
mientras hacía marcha, braceando por el puerto de Barcelona- a ver si de
una vez Rajoy se atreve a decirle al locuaz Puigdemont que con quien
tiene que dialogar y cuando antes es con el juez instructor Pablo
Llarena del Tribunal Supremo para dejar de ser prófugo y responder de
sus fechorías ante la Ley.
Y todo ello a pesar de que el emérito Martín Pallín, a la vejez
viruelas, se nos hizo de Podemos, quiere un referéndum ilegal de
autodeterminación y dice que desobedecer al TC, violentar el Estatuto
catalán y la Constitución, o el prevaricar, malversar y conspirar para
culminar los delitos de rebelión y de sedición y además huir de la
Justicia son cosas que carecen de importancia. y que lo que tiene que
hacer el Estado es arrodillarse ante el prófugo catalán y negociar la
rendición de España y la liquidación de la Constitución. La que ahora
cumplirá 40 años en este año 2018 (y no 2016) del Señor.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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