Acabamos 2016 con un ay. Donald Trump había sido la inesperada
persona del año. Como electo presidente de los Estados Unidos encarnaba
el renacimiento populista, de derechas y de izquierdas, que amenazaba
las sociedades occidentales. Era la mayor de las incógnitas para el
ejercicio que cerramos. ¿La otra? Quien sería elegido presidente de
Francia.
La opción de la ultraderecha lepenista estaba más viva que nunca; por
esto, fue recibido con un sentimiento de alivio el año pasado la
inesperada revolución política y europeísta liderada por Emmanuel
Macron, presidente de la República vecina. Fue la mejor noticia política
en un año donde el conjunto del mundo ha crecido un 3,6% según el FMI y
confirma la entrada en una senda de crecimiento, que han avalado las
revalorizaciones de los principales índices bursátiles.
Hace doce meses todos hubiéramos firmado cerrar 2017 de esta forma.
Con una triste y lamentable excepción que tampoco esperamos: Cataluña.
El 15 de septiembre de 2018 se cumplirá el décimo aniversario de la
caída de Lehman Brothers. Sin aquel acontecimiento no puede explicarse
el mundo actual. Las políticas monetarias de los principales bancos
centrales han ayudado a generar la solución y, al mismo tiempo, a
engendrar el posible estallido de la burbuja de deuda que puede volver a
colapsar las finanzas mundiales si los gobiernos no toman antes las
medidas fiscales suficientes para ordenar sus cuentas.
India y China arrastrarán gracias a su demanda al resto del planeta,
con un crecimiento esperado del 3,7% en 2018. Europa Occidental puede
alcanzar tasas superiores al 2% y Estados Unidos, a la espera de las
consecuencias de la rebaja fiscal de Donald Trump, aumentaría su PIB un
2,2%. España cerrará este año creciendo un 2,9%, menos de lo esperado
por culpa de la crisis catalana.
Lo que ocurra en 2018 dependerá en buena parte de como se solucione
la gobernabilidad en esa comunidad, más allá de la evolución política en
el conjunto del país, que aún espera la aprobación de los Presupuestos
del año que iniciaremos.
España, a la espera de que los partidos secesionistas que ganaron las
elecciones catalanas decidan respetar la ley, es una de las piezas
débiles del entramado tablero europeo para 2018. La Unión Europea,
sumida en salir del atolladero frente a las decisiones del gobierno de
Polonia y en la negociación del Brexit, centrará su atención en el
resultado de las elecciones legislativas en Italia del 4 de marzo. Nadie
duda de que Angela Merkel, con el apoyo una vez más de la
socialdemocracia, acabe formando gobierno enAlemania.
El eje francogermano es la locomotora que necesita una UE que va
demasiado lenta hacia una mayor unificación. Todos los gobernantes
mirarán de reojo el momento en que Mario Draghi abra definitivamente una
nueva etapa en la política monetaria. A mayor crecimiento, repunte de
la inflación y previsible subida suave de los tipos de interés. Más de
un economista empezará a hablar de fin de ciclo.
Rusia, Brasil y México tendrán elecciones en 2018. Vladimir Putin
arrollará en marzo en las presidenciales de su país. Su régimen va
camino de alargarse hasta 2024. El mundial de fútbol será su escaparate
planetario. En julio, en México sale como favorito el candidato del PRI,
José AntonioMeade -actual secretario de Hacienda- frente al eterno
candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador. Todo está
abierto para las elecciones de octubre en Brasil, donde los presuntos
casos de corrupción sacuden al actual mandatario, Michael Temer.
En Estados Unidos, las elecciones legislativas de noviembre serán el
primer examen de Donald Trump. Predecir qué política nacional e
internacional va a llevar a cabo el inquilino de la Casa Blanca es el
mayor interrogante para 2018. Absolutamente impredecible. Todo puede ir
mejor de lo esperado o, apaga y vámonos, las amenazas del dictador
norcoreano Kim Jong-un, pueden acabar con la paciencia del americano. El
papel del presidente y dictador chino, el fortalecido Xi Jinping, será
fundamental.
De la evolución económica y de las políticas monetarias en la UE y
Estados Unidos dependerá el tipo de cambio euro/dólar, donde este año ha
ganado la partida la divisa europea. El precio del petróleo ha
recuperado dos años de caídas y sigue dependiendo de los arrebatos de
los integrantes de la OPEP y de los complejos equilibrios de poder en
Oriente Medio. A mayor crecimiento, hay que esperar un aumento de los
precios de las materias primas.
Seguiremos escribiendo sobre el futuro de las criptomonedas y
aumentarán los debates sobre el futuro de las nuevas tecnologías: de la
inteligencia artificial a los límites éticos de los experimentos
genéticos. Habrá malas noticias en 2018: atentados terroristas y
desastres naturales. La posibilidad de nuevas guerras y conflictos
civiles. Surgirán cisnes negros de los lugares más inesperados.
Celebraremos el centenario del nacimiento de Nelson Mandela (18 de
julio), que nos debe servir para inspirarnos para un mundo mejor, y del
fin de la primera guerra mundial. También recordaremos el 50º
aniversario del asesinato de Martin Luther King, que nos dejó el mejor
discurso de la historia. "I have a dream".
(*) Periodista
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