Los últimos mensajes llegados de ERC
apuntan a una reafirmación del espíritu unitario, zarandeado por su
decisión y la de la CUP de ir por separado. Rufian afirma que el
objetivo de ERC es restablecer en el gobierno legítimo de Cataluña a
Puigdemont y Rovira anuncia que están buscando una forma de frente común, sin duda con el PDeCat, con el que ya tenía un acuerdo de JxS. Si se trabaja para restaurar el estatu quo anterior y se hace en forma de frente, cabe preguntarse por qué no mantener la unitaria.
Pero
vamos a suponer que hay razones suficientes en pro de la diversidad de
opciones. Será porque se juzga que esta mejorará en algo lo anterior,
desechando lo inconveniente, pero preservando lo conveniente. Y lo más
conveniente es la garantía de que, si no las formas, el fondo seguirá
siendo unitario, común.
A
día de hoy, la mentalidad sociológica, inevitablemente demoscópica, lee
una mayoría holgada del independentismo en intención de voto. Dentro de
esta, la intención a favor de la lista del presidente gana a la de la
ERC y, desde luego, la CUP. Esa especie de ventaja de salida de la lista
presidencial (aunque el presidente no tenga siquiera decantada una
posición partidista) se debe a que, por el factor liderazgo, es la más
cercana a un espíritu de lista de país.
Los manifestantes del sábado
gritaban espontáneamente "Puigdemont, presidente". Si la tendencia se
mantiene hasta el 21D el resultado previsible es una mayoría
independentista en la que la fuerza predominante será la de la lista
presidencial y habrá una coordinación parlamentaria de las tres fuerzas
independentistas.
Esa
coordinación deberá afectar a la naturaleza de la República Catalana,
que no podrá detenerse con la prórroga del estado de excepción de hecho
del 155 en que ya vive Cataluña. Eso no puede defenderse ya ni en la
Unión Europea que se verá forzada a implicarse directamente en un
problema que está causando mucho trastorno y amenaza con causar más.
Si
hay cuestiones de preeminencia, muy humanas, tómese ejemplo de la
república norteamericana: su primer e indiscutido presidente fue
Washington. Luego, Jefferson, autor de la Declaracion de Independencia,
tuvo que esperar a que lo fuera Adams, que había sido su ayudante. Y
Madison, uno de los tres genios redactores de El Federalista, hubo de aguardar a que lo fuera Jefferson.
Las personas no pueden unirse, como puede el pueblo; tienen que ordenarse.
La batalla final
Las elecciones del 21D serán, según se
den los resultados, la batalla final o un paso más en el trabajoso y
secular empeño de la nación catalana por configurarse como Estado
independiente. Todo apunta a que será lo primero. El independentismo
votará en masa -tanto si es a lista única o a varias- y conseguirá una
victoria considerable. Aunque la dictadura española del 155 haya
impuesto unas elecciones autonómicas, en realidad, la consulta equivale
al referéndum que el Estado se negó siempre a hacer y, al final, por la
estupidez cerril de sus gobernantes, se ha visto obligado a organizar y
garantizar ni queriendo.
La partición del voto es nítida:
independentismo (Puigdemont/PDeCat, ERC y CUP), Unionismo (PP, PSOE y
C's) con los Comunes en medio y los de Albano Dante también, aunque más
escorados al independentismo. La esperanza de los españolistas es que el
resultado sea un empate y que los Comunes puedan decidir. Pero es una
esperanza vana. Lo más probable es una mayoría independentista holgada
(quizá absoluta en votos) que, con el apoyo de los de Dante Fachín y
algunos Comunes (o todos) consolidarán la República Catalana que nació
en las calles el 1 de octubre y se consagró el 20 en el Parlamento.
Aquí mi artículo de elMón.cat. titulado "los últimos coletazos",
en el que se pasa revista a la batería de medios que el nacionalismo
español ha puesto en pie de guerra para ahogar el independentismo
catalán: la UE, el Rey, la policía y la guardia civil, los tribunales de
"justicia", los medios de comunicación, los partidos de la oposición
(todos), el propio gobierno y su jefe, el de los sobresueldos. Para
nada, porque ni conseguirá tapar la corrupción ni impedirá una solución
independentista para Cataluña. Aquí, su versión castellana:
Los últimos coletazos.
No
pudiendo valerse del ejército, como siempre ha hecho, el nacionalismo
español ha decidido emplear todos sus demás recursos en contra de
Cataluña. Todos y en toda su potencia porque intuye que esta última
confrontación es decisiva. Si el 21D gana de nuevo el independentismo y
lo hace holgadamente, España habrá entrado en la historia como recuerdo.
El
gobierno ha forzado la intervención de la UE a su favor según sus
corruptas costumbres, sobornando indirectamente a sus mandatarios con
premios "Princesa de Asturias", doctorados Honoris Causa en sumisas
Universidades y gestos similares. Y aún así, solo ha conseguido
titubeantes apoyos y el incondicional del desacreditado Juncker
Ha
sacado al Rey en dos ocasiones con gesto torvo y verbo amenazador. No
les ha importado profundizar en el desprestigio de la Corona ligándola a
un argumento de parte, de imposición y falta de diálogo, gracias al
enésimo Borbón que, como todos, es incapaz de distinguir entre reinar y
apoyar una dictadura o apoyarse en ella.
Del
empleo que ha hecho de la policía y la guardia civil (un cuerpo
militar) innecesario decir nada. Tienen Cataluña bajo ocupación de las
fuerzas de represión y están dispuestos a emplearlas sin límite, como ya
demostraron con la barbarie del 1 de octubre.
Han
convertido la justicia y los tribunales en un frente judicial
beligerante que se ha plegado a procedimientos de persecución no
solamente ideológicos e inquisitoriales sino inmorales. Esa actividad
judicial, orientada por un grupo de pedantes de extrema derecha a las
órdenes de la vicepresidenta del gobierno, lleva su odio al catalanismo
al extremo de querer arruinar a las personas acusadas mediante medidas
confiscatorias propias de regímenes tiránicos. Y eso por parte de un
gobierno cuyo partido se ha financiado ilegalmente y sus jefes (Rajoy y
la tal vicepresidenta) se han beneficiado personalmente de ello.
Los
medios de comunicación audiovisuales e impresos están todos al servicio
del gobierno central, en un alarde de manipulación, censura y
ocultación de la realidad, gracias a la financiación pública (publicidad
institucional) administrada con criterios partidistas. No son medios de
comunicación, sino centros de propaganda del partido del gobierno para
mentir y criminalizar el catalanismo. La población solo puede informarse
a través de algunos medios digitales y las redes sociales.
Tienen
a todos los partidos políticos del arco parlamentario, excepción hecha
de los nacionalistas “periféricos”, a su servicio. Todos dispuestos a
dar una pátina de legalidad a la arbitrariedad y la tiranía de un
gobierno que rige el país –no solo Cataluña- al margen y en contra de la
Constitución que dice defender, por la vía de la dictadura
“constitucional” del art. 155. El apoyo del PP y de C’s viene de forma
natural de su condición de extrema derecha; el del PSOE, de su
condición de derecha socialdemócrata, con el empujón de una exigencia
del Rey a la que Sánchez se ha sometido; la de Podemos, de su propia
incompetencia.
El
gobierno mismo se emplea a fondo en la política de intimidación, abuso y
arbitrariedad en Cataluña, desmantelando sus instituciones de
autogobierno, ahogándolas económicamente, sometiendo a persecución
judicial a cientos de cargos públicos y amparando y tolerando la
actividad de bandas fascistas/franquistas (en las cuales aparecen
agentes policiales de paisano) para sembrar la inseguridad y el miedo en
las calles catalanas.
Su presidente, el hombre de los sobresueldos, el
responsable político (y quizá penal) de la mafia de la Gürtel se permite
amenazar al conjunto del independentismo y a la mayoría de la población
catalana. Y también insultar a la población del Estado, al afirmar que
los políticos que mienten debieran ser inhabilitados siendo así que él
no ha hecho otra cosa que mentir desde que está en política y también,
supuestamente, de delinquir ya en el gobierno.
El
presidente de los sobresueldos dice no tener un “Plan B” para el caso
de perder las elecciones del 21D, cosa muy probable pues no parece que
la caja B, que sí tiene, le llegue para derrotar limpiamente al
independentismo. Aspira a que le dé para hacerlo suciamente (recurriendo
al pucherazo en el recuento de votos).pero no está seguro y por eso
vuelve a mentir diciendo que no tiene plan B. Claro que lo tiene:
aplicación indefinida de la dictadura del 155 hasta que el bloque
españolista gane las elecciones, si la UE le deja.
Frente
a todo esto, el independentismo ha dado un paso de gigante con la
internacionalización del conflicto y ha ganado la batalla de la imagen
moral y la legitimidad con el exilio de medio govern y la prisión del
otro medio, después de que el pueblo de Cataluña ofreciera un ejemplo
único de civismo y dignidad el pasado 1 de octubre. Sería imperdonable,
incomprensible, literalmente canallesco, que todo esto se perdiera por
enfrentamientos internos, ambiciones y rencillas personales en el bloque
independentista.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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