La carta del vicepresident del Govern y presidente de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, a los militantes del partido desde la cárcel de Estremera
en la que se encuentra preso desde el pasado 2 de noviembre junto a
otros cinco consellers, además de las dos conselleras que están
igualmente privadas de libertad en Alcalá Meco, es un texto político
importante y marca las líneas por donde transitará la estrategia de los
republicanos en los próximos tiempos.
La misiva se mueve en cinco ejes. El primero, el relevo en la dirección de Esquerra Republicana. Junqueras señala a la secretaria general, Marta Rovira,
como el futuro que, en parte, ya es presente. Ella lidera el día a día
desde hace un cierto tiempo pero la prisión de Junqueras le obliga a ser
además la cara visible del partido. En este aspecto, Junqueras no
quiere que sea algo provisional y, seguramente, el peso de toda la
organización descansará a partir de ahora y de manera definitiva en
ella.
Segundo, Carles Puigdemont también es el candidato de Esquerra a la presidencia de la Generalitat en su condición de president legítimo de Catalunya.
Como lo es el conjunto del Govern que hoy está en Bruselas o en la
prisión. Ello no prejuzga de manera irreversible si, cuando llegue el
momento, los republicanos optarán por Puigdemont o por Junqueras, su
número uno en la lista, como president. La carta lo que pretende es
añadir luz al hecho de que haya listas separadas en el independentismo y, en cambio, se pueda sentir desde listas diferentes al actual president también como propio.
Tercero, la necesidad de continuar la apertura del partido
y sumar. Esquerra ha recorrido una parte importante del camino en los
últimos años y las encuestas así se lo reconocen. Junqueras no quiere
que este camino se detenga en un momento, además, de transformación
significativa en las candidaturas electorales.
La lista de Junts per Catalunya
que está elaborando Puigdemont aspira a ello y a captar talento civil
desde desde espacios ideológicos muy amplios. El PSC se ha abierto a la
familia democristiana con Espadaler y Duran i Lleida
entusiasmados con figurar y apoyar a un partido en las antípodas
ideológicas -al menos así lo decían unos y otros- y que ha avalado la
aplicación del artículo 155.
Cuarto, la República. Catalunya es "un país que
acaricia la idea de ser una República". El pie fuera del acelerador. El
trabajo no está culminado y habrá que proseguirlo. ¿Con qué timing? No se especifica pero da a entender que el trabajo realizado con suelo firme solo llega al referéndum del 1 de octubre.
Una República que, asegura, tiene nombre de mujer, en un guiño a Marta
Rovira. ¿La sitúa como la candidata a presidenta de la Generalitat? A
medio plazo quizás, ahora diría que no. Otra cosa sería que ni
Puigdemont ni Junqueras pudieran serlo, circunstancia que no es el caso
ya que no han perdido sus derechos y no los perderán estén en prisión
provisional o en el exilio. Solo sucederá cuando haya sentencia firme.
Quinto, la enorme dureza contra el PSC. Ignora a
Ciudadanos y a los socialistas les sitúa en el mismo plano que al PP en
sus ataques a Catalunya. Y denuncia su apoyo a la violencia policial
contra la población civil y ante las agresiones que se han producido de
la extrema derecha en ciudades catalanas. Un cambio de rasante de los
republicanos que empieza a orientar futuros gobiernos en Catalunya.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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