PP y PSOE saben lo mucho que hay en juego para España y también para
ambos partidos en las elecciones catalanas del próximo 27 de septiembre.
Y aunque comparten el objetivo de librar batalla por la unidad de
España y desenmascarar las falsedades y victimismos que inundan el
discurso independentista, ambos partidos caminan por vías paralelas
temerosos que la unidad de acción dañe sus expectativas electorales.
Sobre todo si se presentan como frente españolista y eso da alas a
los independentistas y les hace sucumbir hasta posiciones minoritarias
en el Parlamento catalán que, por primera vez en muchos años, contará
con hasta ocho grupos políticos lo que hará complicada o imposible la
gobernabilidad. Asimismo, PP y PSOE tienen a finales de año unas
elecciones generales donde está en juego el Gobierno de la nación y
donde el bipartidismo sufrirá el embate de las fuerzas emergentes del
centro y la izquierda, Ciudadanos y Podemos, lo que obligará a futuros
pactos de Gobierno sobre los que ahora nadie quiere hablar por temor a
desmovilizar su propio electorado.
Pero así las cosas la campaña electoral catalana está en marcha y
desde uno y otro lado del arco político español se empieza a tomar
posiciones y a lanzar proclamas e iniciativas, porque los comicios del
27-S no solo son catalanes sino también españoles porque se pretende
soslayar la soberanía nacional en menoscabo de la unidad de España.
Es, en esa especial contingencia política, en la que se inscribe el
texto del artículo de Felipe González publicado en el diario El País,
su carta a los catalanes, a los que pide su voto a favor de España al
tiempo que denuncia las falsedades del proceso secesionista y advierte
del riesgo de la secesión que convertiría Cataluña en una nueva Albania
europea. A la vez, y con críticas al inmovilismo del PP de Mariano
Rajoy, Felipe González pide diálogo y reformas, aunque avisa que desde
fuera de la legalidad nada se puede hablar ni negociar.
Está bien lo que dice González, pero él y el PSOE son parte de la
crisis y el problemas catalán porque, si bien es cierto que el
inmovilismo del PP tensó las relaciones con el nacionalismo catalán, no
es menos cierto que los temerarios acuerdos de Maragall, Montilla y
Zapatero -el que llegó a decir que la nación española era ‘discutida y
discutible’- con el independentismo radical de ERC legitimaron su
discurso secesionista y provocaron varias crisis internas en el PSC.
Hasta incluso asumir, en su nombre y por lo tanto en el del PSOE, el
derecho de autodeterminación que niega la soberanía nacional española,
lo que ahora y muy tarde los del PSC acaban de rectificar mientras
siguen sus coqueteos con ERC.
¿Qué dijo en su día González de todo esto, o de los abusos en contra
del uso del idioma español en Cataluña, o sobre las violaciones
constantes de la legalidad, o sobre la Consulta de 9N en la que el PSC
se puso de perfil? Nada o casi nada. Como tampoco ha dicho nada en su
artículo a propósito de la corrupción y el abuso de poder de
Convergencia –así se lo han recriminado desde Podemos y Ciudadanos-
quizás porque sabe que él tiene en su particular bagaje político ‘las
espaldas de cristal’.
Errores a parte del PSOE y del PP, lo que está ocurriendo en
Cataluña, al margen de la verdad y de la ley –que ya se ha conculcado en
varias ocasiones por el Gobierno de Artur Mas- no se soluciona con
ofertas de mas regalos y concesiones al nacionalismo a cambio de una
retirada que ya es imposible de su proceso secesionista. Y menos aún
para premiar a quienes amenazan la unidad nacional, porque semejante
premio al disidente cundiría como mal ejemplo y haría el mismo mal que
provoca la violación de la ley y del marco constitucional.
La soberanía nacional es innegociable, aunque es cierto que existe el
problema catalán de sentimientos y desconfianzas mutuas con España.
Pero sobre todo basado en la gran mentira del ‘España nos roba’ en plena
crisis internacional. Una falacia que todavía no se ha conseguido
desmontar con claridad por más que las corrupciones de Convergencia y
los Puyol indican el lugar exacto donde está la cueva de Alí Babá.
En primer lugar hay que ganar las elecciones al independentismo y en
segundo lugar hay que garantizar sin complejos el cumplimiento de la
legalidad. Y luego si se recupera la normalidad se podrá hablar de otras
cosas pero siempre en condiciones de igual con el resto de las regiones
de España y no como premio al chantaje y la arbitrariedad. González ha
dicho cosas sensatas, pero ha olvidado otras en las que el PSOE tiene su
parte de responsabilidad.
(*) Periodista