Retomo la comunicación con mis lectores a través de estos breves y el de hoy quiero dedicarlo a un padre español en el exilio. Los que me conocen, también los me siguen, saben que soy monárquico institucional y considero esta forma de Estado como la más conviene al indómito pueblo español.
Un hipotético presidente de la República recabaría muy poco más de la mitad de la aceptación de los españoles.
Por contra, un monarca neutral que, constitucionalmente en nada puede influir, es aceptado por la práctica totalidad de los votantes.
Dicho esto paso a la enjundia de este breve. Don Juan Carlos, que por ser Borbón no tiene para mí muchas simpatías aunque reconozco que ha hecho mucho por la Transición y el progreso de España, ha sido castigado por sus devaneos sexuales y monetarios.
Es un español, padre, abuelo, viejo y cansado y
tiene todo el derecho a pasar la última etapa de su vida en el suelo de
la patria de donde fue rey. Cuentan, los que a diario nos intoxican, que
ha sido su hijo Felipe, en colaboración con el inefable Don Sánchez,
quien ha complotado para mandarlo al exilio.
Esta injusta y arbitraria extradición tiene que acabar. Don Juan Carlos debe volver a España y su hijo, desoyendo recomendaciones, debe ordenar de inmediato la vuelta de su padre a su patria. Un mal hijo no suele ser considerado nunca un buen hombre de bien.
(*) Ex presidente de la Confederación Hidográfica del Segura y de la Autoridad Portuaria
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