Una persona a la que profeso gran afecto y admiración, con la que
suelo hablar de uvas a peras por su situación personal, me suelta, a
bocajarro, una idea que rápidamente hago mía: tendremos que hacer un homenaje nacional y de reconocimiento a nuestros mayores.
No es posible, me dice, que, por el coronavirus, se estén yendo a miles
por la puerta de atrás cuando son gente que lo han dado todo y se
tendrían que marchar de esta vida con honores y gloria. No con el
silencio del tiempo de confinamiento que nos ha tocado vivir.
La pandemia ha afectado a personas de todas las franjas de edad.
Pero, sin excluir a nadie, cuesta de no sumarse a una idea de esta
naturaleza, el reconocimiento a los más mayores, cuando vemos cómo las peores consecuencias de la pandemia se concentran de una manera especial en las personas de más de 70 años y muy
concretamente en las que están por encima de los 80.
El hecho de que la
Generalitat y la conselleria de Salut hayan hecho lo que tenían que
hacer al tener ya oficialmente las cifras de las funerarias -la
transparencia siempre es positiva en una sociedad democrática- y haya
actualizado, este miércoles por la noche, el número de muertos como
consecuencia del coronavirus, es obvio que no ha dejado indiferente a
nadie.
La cifra de víctimas era de 3.855 cuando se computaban únicamente los muertos en centros sanitarios y ha pasado en un instante a 7.097 al incorporarse los fallecidos en residencias o en domicilios particulares. Son cifras escalofriantes que no nos pueden dejar indiferentes como sociedad y como país.
Lo que no se puede hacer es jugar con las cifras sin respeto alguno
hacia los fallecidos cuando, después de que la Generalitat haya hecho
pública esta cifra oficial de muertos por el coronavirus, el gobierno de España se resista a incorporarlos a las estadísticas que presentan cada día.
Así, obviamente, los fallecidos son muchos menos. Se puede ser tramposo
en muchas cosas y de hecho este gobierno ha enseñado la peor cara en
múltiples ocasiones en los últimos tiempos. ¿Pero es necesario hacerlo
con los muertos? Las víctimas son personas, no estadísticas, y reivindicarlos es hacerlos emerger como caídos por el maldito coronavirus.
Eso
es lo primero que se debe hacer aunque las estadísticas se acaben
disparando y aún sea mayor el error que supuso la centralización del
mando único en el control de la pandemia.
En el siglo de la comunicación las cosas no se pueden ocultar aunque se hable más que nunca en España de cómo hincar el diente a la censura de medios y muchos incluso quizás sueñen con ello.
(*) Periodista y director de El Nacional
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