Lo peor que le puede ocurrir a Pedro Sánchez es que confíe en su
buena suerte -‘la baraka’- y crea que su ‘manual de resistencia’ le
permite disfrutar de una poción mágica o ‘bálsamo de fierabrás’ que todo
lo cura, incluso el letal coranovirus y la demoledora crisis económica y
social a la que ahora nos enfrentamos en España.
Si Sánchez es incapaz de ver y analizar la realidad, sin mentirse
asimismo como miente a todo el mundo, verá que corre un grave riesgo que
estallará en caso de unas elecciones anticipadas que perderá frente a
una ciudadanía indignada, diga lo que diga la fraudulenta bola de
cristal de Tezanos que en el pasado otoño le predijo 150 escaños que
luego resultaron ser 120.
Ahora, con el país enlutado y arruinado, la máxima italiana de
‘piove, ¡porco governo!, se puede reproducir en España y, si entramos en
unas elecciones anticipadas por la ausencia de unos Presupuestos del
Estado. Y entonces Sánchez acabará mal porque las clases medias del
país, sumidas en una gran desolación, lo echarán del poder, siempre que
Pablo Casado consiga recuperar buena parte de los votos del PP que se
fueron a Vox.
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez anda perdido en su laberinto
buscando una salida que le garantice su permanencia en el poder para lo
que solo tiene dos puertas: continuar sus alianzas modelo
‘Frankenstein’, con Podemos, ERC, PNV y Bildu, sus compañeros en la
moción de censura y en la investidura; o buscar un pacto con el PP, que
puede ser de Estado, de Gobierno o de legislatura.
La primera salida por la puerta de la izquierda, el populismo radical
y los nacionalistas soberanistas vascos y catalanes es en la que ahora
está pero incluye graves riesgos: porque la salida de la crisis
económica y social no funcionará con semejante tropa en la que prima el
desbordamiento del marco constitucional contra La Corona, la unidad de
España, el Estado de Derecho y la independencia de la La Justicia, la
propiedad privada, la libertad de empresa y de información, y la
nacionalización de parte del aparato productivo del país.
Y la calculadora de Sánchez le dice que con estos mimbres la economía
del país se hundirá más de lo que está, porque el dinero y los mercados
huirán, la UE recelará de España -como receló de Grecia hasta que
Tsipras cesó a Varufakis- y los Gobiernos de Washington, París y Berlín
presionaran sobre España y darán a Sánchez un ultimátum que no podrá
despreciar.
Lo del pacto con el PP tampoco es fácil y precisamente para explorar
esa posibilidad sin perder la cara Sánchez se ha inventado lo de los
‘Pactos de La Moncloa’. Que son una carcasa vacía bajo la que Sánchez
pretende colar los Presupuestos de 2020 a ver si el PP los aprueba (a él
y a Iglesias) y sin tener que recurrir al PNV, Bildu y ERC.
Pero la frenética calculadora de Sánchez ha detectado que si se
acerca a Casado para un ‘Pacto de Estado’, como lo proponen González y
Aznar, corre el riesgo de que sea Iglesias -que ve con preocupación
todos estos movimientos en la oscuridad- quién rompa el Gobierno de
coalición antes del pacto de Sánchez con Casado, lo que dejaría al PSOE a
los pies de los caballos del PP de cara a una negociación.
Sánchez, que está dispuesto a todo con tal de seguir en el poder e
incluso a echar a Iglesias del Gobierno -como a aquella cabra que
lanzaban de un campanario- vuelve a la calculadora y se pregunta ‘si su
presidencia estará más segura con Iglesias y Junqueras que con Casado.
Pero todo apunta a que no le salen las cuentas con ninguna de las dos
opciones.
Y en caso de tribulaciones, y dado que presume de ser de izquierdas,
‘el rojo’ del PSOE, es posible que Sánchez siga la enseñanza ignaciana
de ‘no hacer mudanzas’ y que se quede con Iglesias hasta que las
elecciones los separen. Lo que recuerda la viñeta de El Roto con motivo
del efusivo abrazo que Sánchez e Iglesias se dieron tras la firma del
acuerdo para el Gobierno de coalición en la que El Roto escribió: ‘se
abrazan para no caerse’.
O para intentar sobrevivir al tsunami económico y social que ya
empieza a arrasar este país. Lo que les será imposible de superar porque
semejante empresa sólo se puede abordar con un Gobierno fuerte y de
amplia base parlamentaria y social que genere confianza en España y en
la escena internacional. Todo lo demás es ceguera y ganas de divagar.
(*) Periodista
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