Es sobradamente conocido
que el ex presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman ordenó
colocar en su mesa de trabajo del Despacho Oval un rótulo con la
leyenda: "The Buck stops here". Procede del mundo del póker, en el que
se definía como "the buck" a la señal que se colocaba delante del
jugador que tenía que repartir cartas y que iba corriendo a medida que
se desplazaba a otro jugador la responsabilidad de ejecutar dicha tarea.
Con
dicha leyenda, el ex presidente Truman enviaba dos mensajes: primero,
el ejercicio de la presidencia del Gobierno no es ningún juego; y
segundo, ningún presidente puede desplazar la responsabilidad de
ejecutar ninguna de las tareas que como presidente le corresponde. El
poder presidencial no es un juego y su ejercicio es personal e
intransferible.
Lo que vale para el presidente de los Estados Unidos vale
también para el presidente de Gobierno de cualquier democracia
parlamentaria europea. No puede transferir a nadie el ejercicio de su
responsabilidad. Felipe González dijo en alguna ocasión que ser
presidente del Gobierno supone no "poder pasar el teléfono". La llamada
que recibe el presidente es la última.
Me temo que
Pedro Sánchez no ha interiorizado este mensaje. En cuanto presidente en
funciones que ha sido designado tras la celebración de las elecciones
generales por el Jefe del Estado como candidato para solicitar la
investidura del Congreso de los Diputados y formar Gobierno, tenía que
haber sido consciente de que la responsabilidad de conseguir la mayoría
necesaria para la investidura era exclusivamente suya y que no podía
transferírsela a nadie.
Ha hecho todo lo contrario. Se
presentó al debate de investidura en el Congreso sin haber negociado el
apoyo de ninguna de las demás fuerzas políticas con representación
parlamentaria y desplazó la responsabilidad al PP y Ciudadanos, por un
lado, a los que exigió la "abstención", y a Unidas Podemos, por otro, al
que exigió su voto sin contrapartida de ningún tipo.
Aunque,
tras haber pronunciado su discurso de investidura y no haber obtenido
ni la abstención de los primeros ni el voto positivo de los segundos en
la primera votación, se produjo una suerte de conato de negociación con
Unidas Podemos de cara a la segunda votación, tal conato no condujo a
buen puerto. Pedro Sánchez volvió a obtener 124 votos.
Abierto
el plazo de dos meses a partir de ese momento para intentar de nuevo la
investidura y evitar la repetición de las elecciones, Pedro Sánchez
está volviendo a comportarse de la misma manera que lo hizo en su primer
intento. En lugar de negociar con quienes pueden proporcionarle la
mayoría necesaria para ser investido presidente, se ha dedicado a
'jugar' no se sabe muy bien a qué, reuniéndose con la 'sociedad civil',
que no dispone de un solo escaño en el Congreso y de la que no depende,
en consecuencia, su investidura como presidente del Gobierno.
A este
juego ha dedicado ya casi un mes. Y como la investidura no es un juego,
la posibilidad de que se constituya Gobierno y se evite la repetición de
elecciones sigue exactamente igual que estaba. Pedro Sánchez cuenta con
124 escaños y nada más que con 124 escaños.
Tiene que
trabajar para conseguir los que le faltan. No 'jugar' a que está
trabajando, reuniéndose con quienes no pueden votar en el Congreso, sino
trabajando de verdad, es decir, reuniéndose con quienes sí están en el
Congreso y pueden hacerle presidente del Gobierno.
En
mi opinión, el Jefe del Estado no debería consentir este comportamiento
del Presidente del Gobierno en funciones. El artículo 99 de la
Constitución dice taxativamente en su apartado 4 que, fracasada la
primera propuesta de investidura "se tramitarán (en imperativo)
sucesivas propuestas".
El Rey debería a exigir a Pedro Sánchez que
dijera con claridad si está dispuesto a negociar para obtener una
mayoría de investidura o no está dispuesto a hacerlo, a fin de poder
explorar la posibilidad de tramitar otra propuesta. No debería dejar
pasar el tiempo ante la evidente falta a de "negociación parlamentaria"
para conseguir una mayoría de investidura.
En mi
interpretación del artículo 99 de la Constitución, el Rey tendría que
haber iniciado ya la ronda de consultas con los distintos partidos con
representación parlamentaria, con la finalidad de proponer un nuevo
candidato, que puede ser de nuevo Pedro Sánchez o no.
Pero tendría que
haber oído ya a dichos representantes y no dejar pasar el tiempo para
que Pedro Sánchez 'juegue' a la investidura sin hacer el trabajo que
dicha operación requiere.
El juego no puede continuar
ni un día más. Ya ha pasado demasiado tiempo. El presidente del Gobierno
en funciones y el Jefe del Estado tienen la obligación de ponerle fin.
(*) Catedrático de Derecho Constitucional
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