El cambio político que empezó hace cinco años, con las europeas de
2014, sigue su curso pendiente de tocar suelo algún día. Si el 2015-16
los socialistas se fueron abajo, la noticia más relevante de estas
elecciones es el derrumbe del PP que entra en la UVI política a cuatro
semanas de las otras elecciones que pueden barrerles del mapa.
A efectos
de composición de gobierno lo más probable es que se repita el modelo
actual. Por eso llevo el concepto del Gatopardo al titular, pero los
movimientos de fondo en el sistema de partidos es relevante e
imprevisible, con altas dosis de inestabilidad, imprevisibilidad y
cambio por llegar durante los próximos meses.
El ganador de la jornada es, claramente, Pedro Sánchez y el PSOE, que
recupera el liderazgo parlamentario y electoral. No será fácil componer
el Gobierno, pero con una oposición (PP) hundida alcanzar un acuerdo de
legislatura está al alcance de Sánchez con un precio asequible. Junto a
los socialistas los otros ganadores son los nacionalistas vascos y
catalanes que, quizá, agobiados por la presión centralizante (efecto
Vox) han captado más votos que nunca.
Los resultados de ERC y Bildu,
son, cuando menos muy llamativos, casi asombrosos y obligan a todo el
mundo a una reflexión sobre estrategias inteligentes de futuro, ya que
las vigentes hasta hoy han fracasado. También para los socialistas que
tanto han cultivado a estos dos partidos que son ganadores del pulso.
Ciudadanos se muestra muy satisfecho con sus resultados, pero la
procesión va por dentro, su estrategia no sale bien parada aunque doble
el número de escaños. La realidad no es tan brillante como quieren hacer
ver a su parroquia y a los demás. No está nada claro que puedan cantar
victoria, no han alcanzado al PP, aunque sea por poco, y están muy lejos
de ser decisivos.
El problema es para el PP y para su joven líder Pablo Casado, la
tentación de una gestora y de intentar volver a empezar ya se ha
empezado a notar. Cualquier decisión es arriesgada, puede llevar al
partido de Aznar a reencarnarse en la Alianza Popular de Fraga, que
sería insoportable. La propia inestabilidad financiera del derrotado PP
puede llevarlos a la disolución.
La euforia de Vox es desmedida, como casi todo en ese partida que ha
atraído a veteranos despechados del PP y a jóvenes muy ventilados. Vox
es el resultado de los graves errores de Mariano Rajoy que va a pagar
Casado. Muchos de sus votantes tendrán que preguntarse estos días ¿qué
he hecho? ¿Era este el resultado buscado?
Los de Podemos y confluencias han recibido un buen varapalo, pero
para Iglesias y su grupo fiel el resultado es bueno ya que son
imprescindibles para Sánchez, que tiene difícil negarles algún
Ministerio aunque sea con la esperanza de aplicarles el abrazo del oso.
Los españoles han vuelto a repartir cartas en el ajedrez político y
han dado otra patada al tablero y a la aritmética parlamentaria. Empieza
ahora la etapa de alianzas, con la reválida de las elecciones del 26 de
mayo que aconsejan prudencia a la hora de tomar decisiones.
Los
resultados de mayo serán decisivos para el reparto de poder y para abrir
una nueva fase de coaliciones, como en tantos países europeos.
Estas han sido unas elecciones apasionadas, emocionales, como nunca,
con poco programa y mucho improperio. El más prudente ha sido Sánchez y
quizá, por eso, ha ganado de calle.
(*) Periodista y politólogo
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