domingo, 28 de abril de 2019

Elecciones lampedusianas, que todo cambia para quedar igual (o NO) / Fernando G. Urbaneja *

El cambio político que empezó hace cinco años, con las europeas de 2014, sigue su curso pendiente de tocar suelo algún día. Si el 2015-16 los socialistas se fueron abajo, la noticia más relevante de estas elecciones es el derrumbe del PP que entra en la UVI política a cuatro semanas de las otras elecciones que pueden barrerles del mapa. 

A efectos de composición de gobierno lo más probable es que se repita el modelo actual. Por eso llevo el concepto del Gatopardo al titular, pero los movimientos de fondo en el sistema de partidos es relevante e imprevisible, con altas dosis de inestabilidad, imprevisibilidad y cambio por llegar durante los próximos meses.

El ganador de la jornada es, claramente, Pedro Sánchez y el PSOE, que recupera el liderazgo parlamentario y electoral. No será fácil componer el Gobierno, pero con una oposición (PP) hundida alcanzar un acuerdo de legislatura está al alcance de Sánchez con un precio asequible. Junto a los socialistas los otros ganadores son los nacionalistas vascos y catalanes que, quizá, agobiados por la presión centralizante (efecto Vox) han captado más votos que nunca. 

Los resultados de ERC y Bildu, son, cuando menos muy llamativos, casi asombrosos y obligan a todo el mundo a una reflexión sobre estrategias inteligentes de futuro, ya que las vigentes hasta hoy han fracasado. También para los socialistas que tanto han cultivado a estos dos partidos que son ganadores del pulso.

Ciudadanos se muestra muy satisfecho con sus resultados, pero la procesión va por dentro, su estrategia no sale bien parada aunque doble el número de escaños. La realidad no es tan brillante como quieren hacer ver a su parroquia y a los demás. No está nada claro que puedan cantar victoria, no han alcanzado al PP, aunque sea por poco, y están muy lejos de ser decisivos.

El problema es para el PP y para su joven líder Pablo Casado, la tentación de una gestora y de intentar volver a empezar ya se ha empezado a notar. Cualquier decisión es arriesgada, puede llevar al partido de Aznar a reencarnarse en la Alianza Popular de Fraga, que sería insoportable. La propia inestabilidad financiera del derrotado PP puede llevarlos a la disolución.

La euforia de Vox es desmedida, como casi todo en ese partida que ha atraído a veteranos despechados del PP y a jóvenes muy ventilados. Vox es el resultado de los graves errores de Mariano Rajoy que va a pagar Casado. Muchos de sus votantes tendrán que preguntarse estos días ¿qué he hecho? ¿Era este el resultado buscado?

Los de Podemos y confluencias han recibido un buen varapalo, pero para Iglesias y su grupo fiel el resultado es bueno ya que son imprescindibles para Sánchez, que tiene difícil negarles algún Ministerio aunque sea con la esperanza de aplicarles el abrazo del oso.

Los españoles han vuelto a repartir cartas en el ajedrez político y han dado otra patada al tablero y a la aritmética parlamentaria. Empieza ahora la etapa de alianzas, con la reválida de las elecciones del 26 de mayo que aconsejan prudencia a la hora de tomar decisiones. 

Los resultados de mayo serán decisivos para el reparto de poder y para abrir una nueva fase de coaliciones, como en tantos países europeos.

Estas han sido unas elecciones apasionadas, emocionales, como nunca, con poco programa y mucho improperio. El más prudente ha sido Sánchez y quizá, por eso, ha ganado de calle.



(*) Periodista y politólogo



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