Es
una vergüenza la mafia en la que se han convertido una gran mayoría de
cooperativas agrícolas en mi región. Han dejado de ser cooperativas que
unen pequeños agricultores como socios (significado de
cooperativismo...) para ser juntas directivas de personas que se hacen
millonarias y compran fincas a costa de robar y estafar a sus propios
jefes (todos los socios, los agricultores).
Hay que decir que un
agricultor a escala casi industrial puede buscar su propio mercado por
la capacidad, sin necesitar cooperativas -siendo beneficiados además por
subvenciones perversas-. Ellos no tienen problema para poner su
producto en el mercado.
Pero los auténticos amantes del campo,
los que mantienen el medio rural, los verdaderos agricultores (aquellos
que lo han vivido desde la cuna), son los que no pueden sobrevivir, y
los que como país hemos de proteger y sí subvencionar. Precisamente para
ese cuidado del medio rural que interesa mantener a los urbanitas.
Viví en Sicilia, tranquila, segura y bien. Nada es comparable con la
mafia que se vive en este país de corrupción y falta de orden. Sin
embargo, pese a la dictadura en la que vivimos en lo relativo a las
opiniones (algunas no se pueden dar) a mí ningún mafioso con falta de
formación me va a callar, aunque prefiero actuar...
Mari Feli Fernández García
Totana
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