Hay que tener cuajo para acudir al Consejo de la Unión Europea sobre Asuntos Exteriores y defender que muchas de las imágenes de la violencia policial del 1 de octubre estaban manipuladas, no hubo los heridos que los servicios de emergencia y la conselleria de Salut atendieron y contabilizaron y que todo formaba parte de una campaña de intoxicación del independentismo. 

Lo acaba de hacer el ministro de Exteriores, José Borrell, en vísperas del juicio del 1-O, que sentará a buena parte del Govern y a diversos líderes independentistas en el banquillo de los acusados con peticiones de penas que en su conjunto suman más de 200 años.

No es el primero que lo hace: su antecesor, Alfonso Dastis, del Partido Popular, ya lo intentó. Salió trasquilado de los foros en los que lo hizo y fundamentalmente de sendos encuentros con la BBC y con la cadena de televisión Sky News, que, en directo, le replicaron con enorme dureza, ya que estaban emitiendo sus propias imágenes de aquella violenta jornada policial. 

Dastis reculó y guardó silencio pero el vídeo dio la vuelta al mundo. En un foro más reducido y sin imágenes, Borrell lo ha vuelto a intentar. Es posible que por educación nadie le haya dicho nada pero aquellas imágenes situaron en el disparadero a la policia española y la violencia que ejerció contra los ciudadanos catalanes.

El ministro Borrell hará mucho ruido en España con la campaña que está haciendo en el extranjero contra el independentismo catalán. Pero la secuencia de lo que allí sucedió está demasiado próxima para que pueda ser olvidada. Nunca en Europa había pasado nada igual contra ciudadanos indefensos y en actitud pacífica. 

De aquella actuación se derivan muchas cosas, desde el discurso del Rey, hasta el 155 y la supresión del Govern. También, el falso relato en que se sostiene todo el juicio que se iniciará el 5 o el 6 de febrero. El juicio más importante que ha tenido España en décadas y que ha despertado el interés de los principales medios de comunicación internacionales, entidades como Amnistia Internacional, varias oenegés, parlamentarios europeos y miembros de cámaras legislativas de diferentes países europeos.

Un juicio que, por otro lado, va a auscultar el nivel de democracia existente en España. La pérdida de libertades individuales y colectivas que se ha vivido en los últimos años. El callejón sin salida al que quiere llevar a Catalunya un poder desbocado que se agrupa alrededor del ¡A por ellos! y que ve en el juicio el momento de aplastar una ideología y de dar un escarmiento. Todo muy alejado de la justicia pero muy del agrado de Borrell.



(*) Periodista y ex director de La Vanguardia