MADRID.- Una guerra se prolonga ya por cuatro
décadas y en la que, según ambas partes, están resultando vencidos. Es
la guerra del agua, y la fuente de discordia es el trasvase Tajo-Segura.
Castilla-La Mancha y Murcia unidos por una tubería. Los municipios del
entorno de la cabecera del Tajo, Entrepeñas y Buendía, en la provincia
de Guadalajara, denuncian que los sucesivos Gobiernos de España han
estado esquilmando el río para favorecer los intereses del Levante
español, recoge hoy la COPE.
El último trasvase autorizado ha sido este mes de diciembre, de
38 hectómetros cúbicos, pese a que la capacidad de los embalses de la
cabecera no superan el 25%, según los datos de la Confederación
Hidrográfica del Tajo. Un problema al que se unen las sequías
periódicas, frecuentes en esta zona de la Península.
Sus
consecuencias la padece José Antonio, que es propietario de una empresa
naútica en Sacedón, a los pies de Entrepeñas. Asegura que su negocio
siempre ha estado hipotecado a que haya o no agua: “Vivimos en
una continua ruina. Entre los vecinos del pueblo se palpa la tensión,
porque sin agua no tenemos futuro. Mis hijas se han tenido que ir fuera a
buscar trabajo.”
Tampoco están las cosas fáciles en el
Levante. Felipe tiene una pequeña plantación de cítricos y uva de mesa
en la localidad murciana de Totana. La sequía de 2017 y la imposibilidad
de que se autorizara un trasvase desde el Tajo, al no superar el caudal
mínimo trasvasable, le obligó a abandonar una tercera parte de la
plantación para mantener el resto. Aquello le obligó a despedir
trabajadores: “Antes contábamos con unos 25 trabajadores, y nos
tuvimos que quedar con 17. Yo conozco a mucha gente que se ha arruinado
por la falta de agua. Es una ruina”
Y es que en el
Levante llueve poco. Y cuando lo hace, a menudo es torrencial, de manera
que no se puede embalsar. Por ello, para Javier, agricultor de
hortalizas y arbolado en Elche, “el trasvase es la única fuente de agua que le llega para mantener las plantaciones”.
Si
el problema de la falta de agua en el Levante está en el regadío, en la
cabecera del Tajo está en la ausencia de turismo y la despoblación.
José Antonio afirma que en 40 años el pueblo se ha ido despoblando: “En
los inicios del trasvase llegaba cada domingo 40 autocares. Éramos el
Benidorm de Madrid y, ahora, estamos solos. Apenas queda agua y no hay
industria.”
Otro fenómeno que propicia la falta de
recursos hídricos en ambos territorios es el abandono del campo. En
Murcia, muchos optaron por trasladarse a Andalucía, a la zona de Almería
o El Ejido. Numerosos agricultores se desprendieron del arbolado el
pasado año. Meses después, recuerda Javier, “comenzó a llover, aunque para muchos fue demasiado tarde tras once meses de extrema sequía.”
Desde
Castilla-La Mancha, la clase política aboga por que el Levante duplique
el uso de las desaladoras. Algo a lo que el Gobierno de España se ha
comprometido a realizar. Felipe y Javier consideran que la desalación
debe servir de complemento pero no como sustituto del trasvase, ya que
supondría elevar el precio del agua seis veces más, además de ser
incompatible con algunas plantaciones como el cítrico. Para ambos,
la solución definitiva pasa por invertir en infraestructuras
hidráulicas que interconecten todas las cuencas del país.
Para José Antonio, es la falta de voluntad política la que impide dar solución al problema del agua. “Cuando
los políticos visitan la zona, los vecinos nos damos cuenta de que el
partido está por medio. El alcalde de Sacedón, por ejemplo, es del PSOE,
y está presionando bien al Gobierno de España (ahora del mismo
partido), pero me consta que las presiones de los de arriba le impiden
ir más allá”.
De cara al futuro, José Antonio es pesimista. “Pese
a que haya llovido en el Levante este otoño, se ha seguido derivando
agua. La caducidad del trasvase lo veo lejos, porque ni siquiera se ha
amortizado aún la infraestuctura después de 40 años. Iremos a peor.”
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