Vox intranquiliza a todos los partidos. No tanto por su ideario como por el temor a que sea la nueva opción antisistema, como fue Podemos en las europeas de 2014,
que arañe votos a todas las formaciones. Especialmente en comunidades
sociológicamente muy similares a la andaluza, como la Región de Murcia. El PP regional saldrá particularmente perjudicado por su ascenso, pero quizá no tanto como Somos Región,
la fuerza liderada por el expresidente popular Alberto Garre.
En el
Barómetro de Otoño del Cemop, Garre seguía siendo el político más
valorado, pero su partido perdía los dos escaños que ese mismo estudio
le pronosticaba en primavera y que ahora pasarían a Vox. El escenario ha
cambiado por completo. Ahora hay una marca nacional que ha cuajado sin un líder regional,
fagocitando a una marca regional que no espesa pese a la positiva
valoración y popularidad de su líder. La fortaleza de Vox es la
debilidad de Somos Región.
Esta situación no pasa desapercibida en la
cúpula del partido regionalista, donde el virus de la desconfianza en el
proyecto amenaza con propagarse al mismo ritmo que crecen las
expectativas de Vox. En ámbitos empresariales se especulaba esta semana con posibles desavenencias entre Garre y su 'número 2', el exconsejero popular José Gabriel Ruiz,
lo que el primero negó categóricamente a este periódico el mismo día en
que ambos se desplazaban juntos a un acto de partido en Torre Pacheco.
Es una intoxicación interesada del PP, asegura Garre.
No obstante,
frente a este relato oficial hay otro alternativo que brota desde el
interior de Somos Región y que abona la hipótesis de la existencia de
discrepancias sobre el rumbo de un partido donde algunos piensan que el
personalismo de Garre y sus circunstancias estarían desdibujando el
mensaje original, la creación de un partido transversal y regionalista
que, siguiendo el modelo de Coalición Canaria o de la formación cántabra
de Revilla, fuera decisivo a nivel nacional, con los consiguientes
beneficios para la Región de Murcia.
La marcha de algunos rutilantes fichajes, como el escritor Jerónimo Tristante y el profesor José Belmonte, antes de la puesta en marcha del partido, crearon las primeras zozobras internas, que se han acrecentado recientemente con la elección de la cabeza de lista elegida por Garre para Cartagena,
una decisión controvertida porque tiene un talón de Aquiles que,
llegado el momento, el PP y otros rivales aprovecharán para desmontar su
discurso sobre la ejemplaridad en la vida pública. Para colmo de males,
ahora aparece Vox en el escenario regional. ¿Habrá sitio para ambos en
la Asamblea?
Cuentan en Somos Región que Alberto Garre habría
exhibido en una reunión de su cúpula un mensaje telefónico de Vox con
trazas de canto de sirena. El expresidente niega la existencia de oferta
alguna de la formación de Abascal y da una respuesta socarrona y
evasiva cuando se le pregunta por la existencia de tal mensaje: «No
tengo whatsapp».
Garre reconoce que algunos militantes del nuevo partido le invitan a sumarse a Vox cuando se lo cruzan por la calle,
pero eso es todo. Abascal y él se conocen. Hace ya unos cuantos años,
Garre asistió a una conferencia que el líder de Vox dio en el Museo
Molinos del Río y luego cruzaron unas palabras al encontrarse
casualmente en una plaza de Murcia.
Más tarde, cuando el político
pachequero tuvo notoriedad nacional al pedir la marcha de Mariano Rajoy,
por su inacción frente a la corrupción, Santiago Abascal le llamó por teléfono.
Y volvieron a hablar otra vez cuando falleció el padre de Abascal, un
histórico dirigente popular en el País Vasco.
Pero no hay nada más que
eso, sostiene Garre, que tiene una visión del Estado de las autonomías
totalmente antagónica a la de quien aboga por el cierre de los
Parlamentos regionales y la devolución de competencias a la
Administración central. «Mi decisión fue y será presentarme a las
próximas elecciones al frente de Somos Región», zanja el expresidente
murciano.
La hora de la verdad se acerca y empieza a cundir el nerviosismo en los partidos. Teóricamente, la calma debería ser muy superior en Ciudadanos. Es
la única formación que, salvo hecatombe imprevista, tiene asegurada su
presencia en el Gobierno que salga de las urnas en mayo.
Porque aunque
no gane, su concurso será necesario para formar un ejecutivo regional,
ya sea liderado por el PP o por el PSOE. La negociación de los Presupuestos regionales de 2019 ha sido precisamente una balsa de aceite
porque son cuentas públicas que los naranjas también gestionarán el año
que viene. Y como las perspectivas de entrar en San Esteban tras las
elecciones son muy tentadoras, proliferan los candidatos a las primarias
del partido naranja.
Si los nervios afloran en C's es porque no hay un
claro vencedor en la probable disputa entre los dos favoritos, los
diputados Miguel Sánchez y Juan José Molina (si como parece da el paso).
Las primarias, que llegan muy tarde, serán exprés para evitar la trifulca.
Aunque siempre les quedará Albert para dar la cara, el colmo sería
pifiarla teniendo todo el viento a favor. Cualquiera sabe. Cinco meses
hasta las urnas son una eternidad. Y todo se decidirá en las últimas semanas. Al esprint.
(*) Periodista y director de La Verdad
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