sábado, 25 de agosto de 2018

Los embalses de Buendía, Bolarque, Zorita, Almoguera, Estremera y Entrepeñas forman el Mar de Castilla



MADRID.- Apenas 100 kilómetros de distancia separan la capital de una de las playas de agua dulce que más han apreciado siempre los turistas de interior. La temporada de verano se inició con la apertura de tres zonas de baño en Entrepeñas: Alocén, Durón y Pareja, según recuerda www.traveler.es

Y esto fue debido a las lluvias casi torrenciales de la primavera. Tras recuperar hasta casi el 40% de su volumen de agua, las altas temperaturas y la escasez de lluvias han devuelto el nivel de sus aguas a una pobre cuarta parte de su capacidad.
De hecho, en los últimos años y gracias a la gestión del trasvase Tajo-Segura, la recuperación de las aguas del Mar de Castilla parece obra del mismísimo demonio.
Cuesta mucho creer que nuestros padres conquistaran hace más de medio siglo las playas de Entrepeñas, cuando la cultura del turismo familiar se imponía en una dictadura que agonizaba entre anuncios de detergentes milagrosos en televisión y el desparpajo de lo que llamaban “bikini”.
A mediados de los sesenta, el embalse de Entrepeñas empezó a interesar en familias a las que veranear en el pueblo les comenzaba a resultar tedioso y antiguo, casi “carroza”. A localidades como Alocén o, sobre todo, Sacedón, en el corazón de La Alcarria, comenzaron a llegar los primeros curiosos, los pioneros en las playas de agua dulce.
En apenas una década, lo que pudo pasar a los libros de Historia como un pequeño movimiento espontáneo fruto de una tonta excentricidad, se volvió casi un fenómeno de masas.
La carretera comarcal que unía Sacedón -que se convirtió en la playa referente del momento- con la humanidad, se transformó en un hormiguero de Seat 600 y Simca 1000, con tanta carga en la baca como en los asientos. Y todos con un común denominador: disfrutar de un fin de semana de sol y playa en su peculiar Benidorm alcarreño.
Todo lo que apareció en torno a esa nueva forma de hacer turismo hizo de las localidades del embalse de Entrepeñas núcleos turísticos perfectamente preparados para recibir a las masas.
En las playas se podían encontrar los chiringuitos más animados, normalmente abarrotados a cualquier hora del día. La hostelería se disparó y aprovechó la gran afluencia de público para empezar a desarrollar las primeras actividades náuticas en sus aguas. Un viaje a La Alcarria era muchísimo más que lo que Cela esculpió con sus letras tres décadas antes.

CON EL TRASVASE HEMOS TOPADO
Hace unas semanas algunos medios de comunicación se hacían eco de que la temporada de baño se suspendía en las tres zonas habilitadas para tal actividad: Pareja, Durón y Alocén. No es cierto.
La administración sanitaria, al parecer, no considera que las aguas no sean aptas para el baño o, al menos es lo que registra la página de NAYADE, el Sistema de Información Nacional de Aguas de Baño. De hecho, se puede consultar si cualquier playa de interior de España es apta para el baño a través de su propio buscador web.
La cruda realidad es que la gestión del trasvase Tajo-Segura ha conseguido llevar al borde del abismo a este pequeño paraíso turístico. Lo que en su día era una playa que hacía las delicias veraniegas de familias enteras, llegó a prácticamente secarse del todo hace menos de un año, como ocurrió con la mítica playa de Sacedón.
Y mientras desde las propias fuentes gubernamentales aseguran que la cuenca del Tajo es rica y recuperará la salud de las playas alcarreñas, lo que apreciamos es que no hay más maldición que la propia sequía y la mala gestión de nuestras aguas.
Visitar Entrepeñas hoy en día puede ser una escapada la mar de interesante, teniendo en cuenta las tres referencias que tenemos para darnos un chapuzón y siempre atendiendo a las indicaciones de cada municipio.
En lo que respecta a deportes acuáticos, quizás habrá que esperar a la próxima temporada, o a que la maldición que cae sobre estas aguas con la política del trasvase Tajo-Segura sea exorcizada. De todos modos, aún quedan actividades como el Flyboard o el paseo en canoa.
En Sacedón se concentran muchas de las actividades alternativas que se pueden realizar en el entorno del embalse. Dos de las más solicitadas son, por un lado, el paintball extremo, un peldaño más arriba de lo que es una simple batalla de pelotas de pintura, con una adrenalina más “belicista”.
Y, por otro lado, los amantes de la vía ferrata pueden encontrar alrededor del embalse más de un itinerario destinado a esta trepidante actividad, con subidas y descensos imposibles y unas vistas increíbles de un paisaje donde el pantano es protagonista.
Durón es un destino muy apreciado por los amantes del senderismo y el contacto con la naturaleza. Además, la parte que le corresponde del embalse de Entrepeñas es perfecta para los amantes de la pesca. Además de sus fáciles accesos, la práctica del trolling es bastante frecuente para los que buscan hacerse con un trofeo en forma de carpa.
Y ya, decididos a marcarnos un #yosoyTraveler, nos metemos de lleno en las villas que rodean al embalse y descubrimos cosas muy interesantes. En Sacedón, por ejemplo, se encontraba el Real Sitio de La Isabela, construido en 1817 y declarado Real Sitio en 1826 en honor a María Isabel de Braganza, de ahí el nombre de La Isabela.
Y no fue de manera fortuita, pues se decía que en ese entorno se encontraban los Baños de Sacedón, unas aguas termales que curaban de todo mal y que sedujeron a Fernando VII hasta animarle a construir ese balneario.
El Real Sitio se convirtió en un pueblo próspero al que acudían en peregrinación legiones de apesadumbrados y dolientes que buscaban alivio a sus males gracias a las aguas milagrosas de los Baños de Sacedón. Pero la Guerra Civil lo cambió todo.
Con la aprobación del Embalse de Buendía por el dictador Franco, los últimos habitantes de ese pueblo fueron obligados a desalojar, finalizando ya la década de los años 40.
Las aguas del embalse sumergieron el pueblo fantasma, que solo puede ser visible cuando las aguas descienden por debajo del 19% de su capacidad. La Isabela recuerda una maldición, la de unas aguas curativas y abundantes que ahora quieren recordar un sentimiento de desesperación y desasosiego. La de un pasado arrebatado.

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