La subida del precio del petróleo no es la única explicación del
aumento significativo que ha experimentado el déficit comercial español
en la primera parte del año en curso. El desequilibrio de las cuentas
exteriores durante este año se debe a un apreciable aumento de las
importaciones a causa del mayor coste de la energía importada, pero
también a la débil pulsación de las ventas al exterior.
Las
exportaciones están creciendo este año a un ritmo inferior al 3%, es
decir, en línea con lo que crece el PIB. Pero hace un año, las ventas
al exterior habían logrado una mejoría del 8,27%. Es decir, el ritmo
exportador ha bajado a la mitad en su grado de intensidad y crecimiento,
lo que constituye un elemento de preocupación para el potencial de
mejora de la economía y del empleo.
Este frenazo exportador, coincidente con una aceleración de las
importaciones, explica el aumento del déficit comercial, que amenaza
con superar las cifras anuales de estos últimos años, convirtiendo al
sector exterior en una amenaza para el crecimiento económico más que en
un acicate.
Las importaciones de mercancías, espoleadas este año por el
crecimiento de la demanda interna pero sobre todo por el aumento de los
precios del petróleo (no tanto por el volumen del mismo, que ha sido
inferior al del pasado año, sino por el precio medio del crudo), han
superado a las exportaciones en unos 14.500 millones de euros durante
los seis primeros meses del año.
A este ritmo, el déficit comercial, que ha crecido un 31,5% hasta
junio, superará muy ampliamente el de estos últimos años. No llega a
servir de consuelo el hecho de que las cotas más altas del déficit
comercial se alcanzaron en el año 2007, cuando las compras al exterior
superaron a las ventas en 99.200 millones de euros, la cifra de déficit
comercial más elevada de nuestra historia económica, equivalentes a más
del 9,1% del PIB. Estamos lejos de aquellas cifras, pero en los últimos
años el avance hacia un desequilibrio que puede resultar muy perjudicial
para la sana evolución de la economía española parece imparable.
Este es el motivo por el cual la variable exportadora adquiere una
mayor importancia en este momento del ciclo económico. No tiene lógica
que España haya sido el país de la Eurozona, entre los grandes, que
menor tasa de crecimiento haya experimentado en sus exportaciones
durante la primera mitad del año en curso, como ha puesto de relieve
este jueves el Ministerio de Economía, al comparar el escueto aumento de
las exportaciones españolas frente al año anterior en un 2,9% con el
de Francia, que las aumentó de un año para otro en un 3,1%, las de
Italia, con un 3,7% de crecimiento, o las de Alemania, que ha exportado
un 4% más que un año antes.
La economía española se encuentra, en todo caso, en zona de máximos
en cuanto a exportación se refiere, unos 144.900 millones de euros en el
primer semestre del año. Pero este nuevo récord semestral constituye
un paliativo poco convincente. Las empresas españolas deberían
reforzar su competitividad para aumentar sus exportaciones y disponer de
una mayor cuota de mercado en el comercio internacional.
(*) Periodista y economista
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