miércoles, 8 de agosto de 2018

De cháchara / Félix de la Fuente *

Diez veces me ha llegado al móvil la misma noticia en el espacio de una hora. Imágenes de video que recibí hace un año, me vuelven por WhatsApp o por e-mail como si se tratara de la última novedad. No cabe duda de que el ciudadano está actualmente mucho más informado que hace una década. 
 
Y también es verdad que los beneficios de la era de la informática son mucho mayores que las desventajas, pero ¿realmente podemos quedar satisfechos pensando que hemos puesto ya una pica en Flandes cuando reenviamos una noticia a todos nuestros amigos? ¿Nos hemos preguntado quién es el creador de la noticia o de la imagen? ¿No se nos va la fuerza por la boca o por los dedos? Personas que se pasan el día reenviando mensajes, cuya veracidad ni siquiera han contrastado. ¿Realmente podemos quedar satisfechos de haber dedicado dos horas a este chafardeo mediático? 
 
¡Cuánta pólvora mojada! ¡Cuánta información basura! ¡Cuánta frustración! Nos creemos informados y lo que realmente estamos es “manipulados”. La manipulación y el adoctrinamiento a que estamos sometidos los simples ciudadanos son enormes. El resultado de todo este bombardeo mediático para algunos es una droga, mientras que para otros es un envenenamiento de la sangre y una frustración al sentirse impotentes antes las malas noticias, que suelen tener más peso que las buenas.

Los efectos de la droga ya los conocemos, pero lo que no conocemos es la terapia para liberarse de la frustración y del envenenamiento sanguíneo. Permanecer pasivos (callarse, no participar en las elecciones) puede ser una mala solución, pues supone una retirada. Prestarse al juego de los poderes fácticos, ya sean económicos o políticos (afiliarse a un partido político, crear uno nuevo), es todavía peor, pues puede suponer una mayor frustración aún. 
 
Para la creación de un partido nuevo se precisa, además de la ilusión de sus fundadores, que se supone, un conjunto de circunstancias y, entre ellas, el apoyo de grandes poderes económicos o mediáticos (léase Mediapro o banco de Sabadell, entre otros), pues los partidos existentes se oponen rotundamente a cualquier reparto del pastel. La solución podría estar -¿por qué no intentarlo?- en actuar pero de forma totalmente diferente: de forma altruista y solidaria, al margen de los partidos políticos y de los poderes fácticos, sin pretensiones económicas ni egoísmos de imagen: voluntariado político. 

Dejémonos de tanto mensajito: más que informados, estamos desinformados.. Empleemos el móvil para algo positivo. Contra la frustración y el desaliento el mejor antídoto es la acción. Las cosas no cambian pos sí solas. El año que viene tenemos al menos dos citas con las urnas: las municipales y las elecciones al Parlamento Europeo. Votemos, pero no a favor de un partido para echar a otro. Votemos, pero para echarlos a todos. El móvil lo tienes en tus manos.
 
 
(*) Ex funcionario de la Comisión Europea

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