Algunas instituciones internacionales, como es el caso principalmente
de la OCDE, empiezan a lanzar señales de alerta sobre el posible
debilitamiento en el crecimiento económico español de cara a los
próximos trimestres.
Estas hipótesis se basan en un crecimiento del
consumo insuficiente a la hora de dale soporte al crecimiento del
conjunto de la economía (es decir, al PIB) y en la menor fortaleza de
las exportaciones, que al ir en su mayor parte a los países de la zona
euro, se están viendo dañadas por el menor impulso económico de
nuestros vecinos y principales clientes.
La Comisión Europea ya advirtió a mediados del mes de julio pasado
que el PIB español crecería por debajo de lo previsto con anterioridad,
hasta dejarlo en un 2,8% frente al 2,9% de subida estimada hace tres
meses. En la misma línea se ha posicionado el mismo Gobierno español de
forma que ahora mismo hay más probabilidades de un 2,7% de aumento que
de los diversos guarismos que se habían venido barajando, algo más
optimistas.
La economía española ha estado transitando desde el año
2015 por encima del 3%, de forma que el año 2018 sería el primero desde
la crisis de hace diez años en el que no se alcanzará este nivel de
mejora de la actividad económica.
La razón de este menor crecimiento, o al menos una de las más
importantes, es el hecho de que el consumo privado no ha registrado
aumentos suficientes en la etapa de recuperación económica como para
volver a las cotas que eran habituales en los años anteriores al inicio
de la crisis en el año 2008. El repunte de la inflación, entre otras
cosas impulsada por el rebote alcista del precio del petróleo, ha
influido de forma parece que significativa en este frenazo en el consumo
privado.
Un informe de estos días del Banco Central Europeo (BCE) pone de
relieve que el consumo privado se ha recuperado desde el año 2013 en
todos los países de la zona pero como la caída anterior, desde el año
2008, había sido muy abrupta en algunos casos, como el de España, la
economía española todavía no ha logrado ponerse a la altura del momento
del inicio de la crisis. Países como Francia y Alemania está ya
consumiendo un 10% más que en el momento del estallido de la crisis,
pero en España esto todavía no ha sucedido.
Es una forma de señalar que el potencial de crecimiento económico
español es todavía un factor a tener en cuenta y que, por lo tanto,
España puede seguir creciendo a un ritmo superior al del resto de la
zona euro durante algún tiempo, hasta igualar o superar ese “gap” con
economías como la alemana o la de Francia.
Pero la realidad es que
ahora mismo las previsiones apuntan hacia un cierto parón, aunque los
recientes acuerdos de mejora salarial y la persistente subida del nivel
de empleo, en tasas que se acercan al 3% anual, pueden explicar las
hipótesis alcistas en comparación con el resto de la Eurozona.
Las medidas de tipo fiscal y presupuestario que tiene en preparación
el nuevo Gobierno para su aplicación durante el año próximo, o incluso
tras este verano, serán posiblemente decisivas a la hora de darle
sostenibilidad al crecimiento económico.
(*) Periodista y economista
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