Los bancos españoles han realizado un saneamiento sin precedentes de
sus balances en los últimos meses. La operación ha consistido
básicamente en sacar de los balances, mediante venta a terceros y
amortización contra beneficios, un importante volumen de activos
(créditos con garantía hipotecaria, sobre todo) que ya no eran
razonablemente recuperables y que ponían en entredicho el valor real de
las entidades financieras. Es decir, situaban en posición de entredicho
la verdadera solvencia de los bancos.
La limpieza realizada, partiendo de una cifra que en algunos momentos
se estimó en cerca de 150.000 millones de euros de activos de muy
difícil recuperación, se ha intensificado en los últimos doce meses, en
especial tras la venta por parte del Santander de una cartera de unos
30.000 millones de euros procedente del antiguo Banco Popular, cartera
que el Santander había adquirido al comprar por un euro el Banco Popular
hace algo más de un año.
Tras el golpe de mano realizado por el Santander, las otras tres
grandes entidades financieras españolas (BBVA, CaixaBank y Sabadell) han
seguido esta misma ruta con mayor o menor intensidad. Al día de la
fecha, los activos tóxicos que la banca española ha vendido a terceros
(básicamente fondos de inversión extranjeros, como Blackstone, Cerberus o
Lone Star) superan los 74.000 millones de euros y podrían alcanzar en
unos meses los 120.000 millones de euros.
La limpieza está siendo profunda y de amplio alcance bajo la atenta
mirada de las autoridades supervisoras europeas, que realmente han sido
las impulsoras de este proceso. Sanear los balances de los bancos era
una tarea inaplazable dada la sólida recuperación del sector
inmobiliario. La demanda de viviendas y de locales de diverso tipo ha
aumentado de forma considerable desde hace tres años, al igual que los
precios.
A la vuelta de unos pocos meses, la tasa de morosidad de la banca
española podría situarse en torno al 4%, muy en línea de la media
europea aunque muy por debajo de la que presentan algunos países de la
zona, incluso países de tamaño considerable. El caso más llamativo es
el de Italia, que supera claramente el 10% de los activos tóxicos en su
sistema bancario. Grecia se encuentra en una situación bastante peor.
En el caso de la mayor parte de los países europeos, y sobre todo en
el de España, esta amplia operación ha contado además con la política
monetaria fuertemente expansiva aplicada por el Banco Central Europeo
(BCE), con unos niveles de tipos de interés que han facilitado la
refinanciación de bastantes préstamos hipotecarios y sobre todo la
financiación de la venta de los inmuebles de los que se ha desprendido
la banca y que ahora están siendo objeto de ofertas bastante agresivas
por parte de los fondos de inversión.
(*) Periodista y economista
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